No me tienes tan contento. Respetable 2004:

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez      

 

 

Por medio de la presente me dirijo a ti sabiendo que te quedan pocas horas de vida. El hecho de saber que estás tan cerca de morir me produce sentimientos encontrados pues, por una parte me duele despedirme de quien me ha proporcionado tantísimas horas para trabajar; aprender; tratar a Dios; conocer y convivir con mucha gente; divertirme y descansar. Por otra, soy consciente de que todos hemos de morir y hemos de aprender a dejar el escenario para que suban otros artistas a desempeñar sus papeles. La gran ventaja que tienen los años, a diferencia de los humanos, es que saben puntualmente en qué momento nacerán y en qué otro dejarán de existir. De hecho hay otro motivo que me revolotea por dentro: pues la ilusión de estrenar un año es semejante a la de recibir un regalo envuelto. Perdona que sea tan sincero, pero lo mismo me pasó cuando te recibí a ti.

Podría decir que no me tienes tan contento, pues cuando llegaste éramos muchos quienes teníamos puesta nuestra esperanza en que serías un estupendo año, pero conforme desgranaste tus horas veíamos que en el mundo seguían habiendo muchas calamidades: violencia, alcoholismo, drogadicción, y, por lo mismo, narcotráfico; guerras y odios irracionales; abusos de poder y de influencias, hipocresía... Durante tu estancia han sido innumerables los niños asesinados por sus madres dentro de sus vientres y mucha gente pobre no ha tenido oportunidades de mejorar sus condiciones de vida. Pero ¿sabes una cosa? Tú no tienes la culpa; somos nosotros los responsables de tantas desgracias.

Ahora pienso que para ser más objetivo debo ponerme en tus zapatos y así, desde tu perspectiva, descubrir que eres tú quien debe llamarnos la atención a nosotros pues en realidad tú no nos fallaste jamás, ya que supiste cumplir con lo que te correspondía: 365 días de 24 horas completas cada uno y en ningún momento se registraron horas menores de 60 minutos. Eso sí que es tener sentido del deber. Viéndolo bien te merecer un serio reconocimiento por la calidad de tu trabajo, incluyendo el bono de puntualidad. Sí señor; eso es tomarse las cosas en serio. ¡Felicidades! 

Lástima que no te puedo decir “hasta pronto” pues jamás nos volveremos a ver. Por eso no quiero que te vayas sin haberte dicho que reconozco tu presencia en todo lo que vale. Recibe un fortísimo abrazo, campeón, y por favor dile al futuro 2005 que se prepare, pues muchos lo van a recibir de mal humor. Adviértele que va a encontrar un mundo muy revuelto, en el que mucha gente sólo sabe quejarse echándole la culpa de sus males a los demás, pero que no tenga miedo ni se preocupe en demasía, pues también hay muchos otros que siguen alimentando sus vidas de amor sincero y servicial a los demás. 

También cuéntale al imberbe 2005 cómo somos los humanos. Dile que muchos piensan que merecen todo cuando ellos no han hecho nada. Dile que la cobardía, la comodidad y el egoísmo de no pocos padres de familia los han llevado a no saber exigir y a ganarse el respeto y la autoridad moral ante sus hijos. Infórmale que hay muchas mujeres que se han empeñado en ser iguales a los hombres y, por lo mismo, ya no se les trata con el cariño y la delicadeza que se merecen. Pero dile también que se consiga una buena dotación de paciencia pues no todo está perdido y claro que todavía tenemos remedio. Junto a “los sembradores impuros del odio” combaten millones de personas que lejos de olvidarse de Dios, trabajan incansablemente por conseguir que pueda reinar en nuestros frágiles corazones. En fin, tú sabrás mejor que yo lo que le tienes que decir. 

Oye viejo: se me olvidaba decirte que te debo una disculpa -y no poco importante- por no haber aprovechado todas las oportunidades que me regalaste durante tu periodo para luchar contra mis defectos y trabajar más. 

Por favor saluda a todos tus compañeros anteriores y también a ellos dales las gracias de mi parte.