La tía incómoda

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez

 

 

Oiga Padre: Necesito un consejo. La verdad estoy muy preocupado. Mire usted, en mi familia se están dando una serie de problemas muy serios en relación con una pariente, bueno, no es exactamente de la familia, pero como si lo fuera. Ella tiene algo más de cincuenta años de edad, y prácticamente toda su vida ha vivido con nosotros. Ha visto nacer a todos mis hijos, todos en mi familia y a nuestro alrededor, la conocen muy bien. En fin, es casi la segunda mamá de mis hijos.

Para no hacerle el cuento muy largo, el otro día una vecina vino a quejarse de que uno de mis adolescentes le ha hecho quien sabe qué cosas a su hijita, y que parece que no es la primera vez que sucede de acuerdo con lo que le dijo la niña. Según ella, esas cosas se las enseñó Telésfora, que así se llama la tía en cuestión, incluso le aseguró que esta tía se ha descubierto frente a los niños en varias ocasiones.

No sabemos qué hacer pues hablando con mi familia todos dicen que a veces su tía dice y hace cosas raras, pero que es cuestión de no hacerle mucho caso, y ya. Desde hace muchos años ha ido cambiando poco a poco, y también es cierto que en sus conversaciones a veces se le pasa la mano. Lo que sucede es que todos los días tiene ocurrencias muy buenas y nos hace reír a todos, pues además es muy simpática. Se sabe muchos chistes, y se la pasa platicando historias de todo tipo: de miedo, de hechos violentos, cosas de señoras, de cocina (sabe todas las recetas del mundo), hasta de Futbol y de política. En fin, no hay quien le gane en nada. Pero eso de que le esté enseñando cochinadas a mis hijos sí me tiene muy preocupado. Además, no es raro darnos cuenta que nos resta autoridad a mi mujer y a mi frente a mis hijos.

Mi mujer y yo hemos platicado de ella un sinnúmero de veces a lo largo de nuestro matrimonio, y la hemos estado soportando, pues a lo largo de los años nos ha prestado muchos servicios, en una palabra, es absolutamente incondicional, cada vez que la llamamos se hace presente sin importar ni el día ni la hora, puede estarse con nosotros las 24 horas del día si se lo pedimos, y también gracias a ella nos enteramos de lo que pasa fuera de nuestra casa, le encanta el chisme, y a nosotros también, digo, para que se lo voy a negar. De hecho es uno de los temas en los que más coincide con mi mujer.

Recuerdo que ya hace tiempo, nos planteamos si convendría hablar con ella; pues a pesar de que es una persona con recursos, y se supone que con educación, no nos gustaba su forma de vestir, además de que tiene una muy buena presentación, nadie diría que tiene esa edad, pues se arregla como una mujer de veinticuatro años y es muy, pero muy atractiva, y se lo digo yo como hombre. 

Por otro lado cuando se pone seria, dice cosas maravillosas, da excelentes consejos y si se propone hablar de cultura es increíble, no sé como le hace, pero es muy entendida. Bueno, también es que ha viajado por todas partes y se la pasa contando de sus viajes. 

Hace mucho tiempo mi mujer y yo le reclamamos algunas cosas que no nos gustaban, pero ella nos contestó con tono fuerte que ella es así, y no pensaba cambiar, y que si no la queríamos en la casa que la decisión era nuestra.

Yo he de reconocer que, en lo personal, disfruto mucho de su compañía, es más, a veces prefiero estar con ella que con mi mujer. De hecho mi esposa me lo ha reclamado con mucha frecuencia, aclarando que muchas veces siente celos de ella. Yo por supuesto que amo a mi esposa, pero siendo sinceros, he de confesar que sí he llegado a pecar con la otra más por debilidad que por malicia. 

Parece mentira, Padre, pero a pesar de todo, y sabiendo muy bien lo que he de hacer, me resisto a tomar una decisión definitiva. ¡Qué curioso que llegue uno a encariñarse tanto con amistades que sabemos que son peligrosas! Le decía que ni siquiera es de la familia, pues nosotros somos Pérez Olvera y el apellido de ella es “Visión”. En sus documentos aparece como Telésfora Visión, pero en la casa le decimos de cariño: “la Tele”.