Jóvenes embarazadas

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Me enviaron este e-mail: “¿Sabe que el miércoles 1° de noviembre tuve una conferencia en la escuela acerca del embarazo, debido a que hay un alto índice de embarazadas?, y sabe que se presentaron varios testimonios de mujeres que han estado embarazadas y no se casaron, y otras que se casaron y les va fatal, y algunas que han querido abortar, y otras que lo han hecho. . . ¡y se arrepienten tánto!

“Además nos  explicaron cómo a los 15 días de gestación ya el bebé tiene corazón, las  diferentes formas de abortar, los traumas de un aborto, los problemas que a  futuro se pueden presentar debido a un inoportuno matrimonio a causa del embarazo, y las consecuencias de ser madre soltera. En fin, la idea era promover la abstinencia como mejor anticonceptivo, aunque no faltaron los maestros que a última  hora también hablaron acerca de otros anticonceptivos, en dado caso de que aún así decidiéramos tener relaciones. Porque también hablaron de todas las enfermedades transmitidas sexualmente.

“En la  conferencia vi a mujeres que contaron sus historias, y cómo se  equivocaron al haber tenido relaciones prematrimoniales, pues ello les cambió  la vida, y el tipo que según las quería las dejó, y como a otras, con toda una profesión y en las mejores escuelas, se les cerraron las puertas por ser madres solteras, y cómo los niños se ven afectados al no tener una figura paterna.

“Y todavía peor, una que tuvo relaciones con su novio porque lo amaba, pero cuando salió embarazada, y todos en su casa la repudiaron, y las amigas se  alejaron, y sed dio cuenta de que ¡no estaba enamorada del supuesto novio!, y le pasó por la mente abortar. Gracias a Dios no lo hizo, pero fue muy difícil porque tuvo que casarse “por obligación” y además pensando en su bebé pero después de 2 años y medio de matrimonio, se regresó a su casa y ya se está divorciando”.

Hasta aquí el reporte de una estudiante que pudo ver de cerca el drama de quienes pensaron que tener relaciones sexuales es lo mismo que amar. Tradicionalmente las culturas más adelantadas han considerado a la mujer como la pieza clave de la sociedad, transmisora de valores y virtudes. Educadora y formadora de gente valiosa, y aquí, exactamente aquí, es donde está el “qüid” del asunto: el valor incomparable que la mujer debería reconocer en si misma.

Sabiamente dice un adagio latino: “corruptio óptima, pésima est”. La corrupción de lo mejor, termina siendo lo peor, y es que cuando una mujer se abandona en manos de los vicios, se echa a perder a sí misma, y causa un gravísimo daño en los demás con su mal ejemplo.

¿Qué nos estará pasando cuando son las chicas quienes a veces dan los peores espectáculos en las discotecas, y en las fiestas? ¿Por qué está aumentando el consumo de alcohol en las mujeres jóvenes? ¿Por que será que hay tantas estudiantes embarazadas en las universidades? No faltan quienes piensan en que el remedio está en el uso de preservativos, como si esos instrumentos tuvieran la capacidad de hacer decente a una mujer que ha perdido la integridad. Los aparatos para evitar el embarazo sólo pueden mantener la imagen de una mujer como si fuera virtuosa, pero sólo eso: la imagen.

¿Será acaso irreversible el daño que la televisión -especialmente las telenovelas- junto el cine, y el radio, han causado (y siguen causando) en las jóvenes? Habrá algo que se pueda rescatar de ese cincuenta por ciento de nuestra juventud? ¿Qué clase de país podemos aspirar a ser, confiando ingenuamente en las promesas de los políticos si las futuras madres de familia, es decir nuestras niñas, adolescentes y jóvenes de hoy, no saben lo que valen? ¿Serán algunos jóvenes los culpables de ser como son . . ., o seremos los adultos?

Está claro que hay quienes por puros motivos económicos manipulan las conciencias de quienes, por su falta de perspectiva, no tienen las defensas necesarias para no dejarse arrastrar por lo que hacen los demás. . . “por lo que está de moda”. Pero aquí hace acto de presencia un grave pecado por parte de los padres: ¡las omisiones en la preocupación y acompañamiento de sus hijas enseñándolas a usar su libertad! ¡Cuanta cobardía culpable en adultos que están demasiado ocupados en quien sabe qué cosas, en vez de valorar y atender a sus hijas!

¿Tiene usted hijas pequeñas? Dialogue con ellas, y gánese su confianza.