El recurso de la violencia

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez

 

 

Otra vez... ahora tocó su turno a Madrid, como en Israel, Colombia, Estados Unidos, Irlanda, en todo el mundo... ahora en jueves, como la semana pasada, como hace un mes y un año, como hace un siglo, como siempre... ahora en unos trenes; como en las fronteras; como en el campo y las ciudades; como en la calle; como en el interior de los hogares; como en lo más profundo de las almas; la violencia que se hace presente, mordiendo, despedazando... acabando y destruyendo la vida de inocentes. ¿Será que Janis Joplin’s tenía razón cuando en su canción “Ball and Chain” se preguntaba: No entiendo: Por qué demonios la mitad del mundo tiene que estar llorando cuando la otra mitad está llorando también?

Parece mentira que los grandes dirigentes del mundo no se hayan dado cuenta de que no hay, ni ha habido, ni habrá ningún sistema legal, ni policíaco, ni de espionaje que pueda eliminar el odio de los corazones, y esa es la verdadera causa del terrorismo. No han faltado tampoco las manifestaciones públicas de condena exigiendo justicia. ¡Qué bueno que sea así! Pero tengamos cuidado de no fomentar las ansias de venganza, pues eso sólo fomenta el odio y tarde o temprano pagaremos su cuota. Tal parece que en la bolsa de valores el amor está a la baja.

¿Será correcto ver a los demás como enemigos porque no piensan como yo? El rencor sólo puede combatirse con el amor y el perdón... pero perdonar es un don divino. Para conseguirlo tendremos que empezar por aceptar nuestros errores personales y luchar por corregirlos. La responsable de transmitir esta forma de pensar y de vivir es la familia. De aquí la importancia de erradicar las faltas de respeto, y por supuesto la violencia verbal y física en el ámbito familiar. 

Por otra parte, no faltan quienes cuando oyen la palabra “pecado” se ríen. A ellos les preguntaría si matar inocentes no se puede considerar como pecado, si con ello no se ofende al Creador, a quien nos ha dado la vida y es padre de todos. Ya en 1979 SS. Juan Pablo II hace referencia al problema básico del que se derivan todos los males del mundo cuando dice: “El hombre contemporáneo experimenta la amenaza de la impasibilidad espiritual e, incluso, de la muerte de la conciencia; y esta muerte es aun más profunda que el pecado; es la muerte del sentido del pecado. Tantos factores concurren hoy a matar la conciencia en los hombres de nuestro tiempo y esto corresponde a aquella realidad que Cristo ha llamado “pecados contra el Espíritu Santo”. Este pecado comienza cuando al hombre no le dice nada la palabra de Dios de la Cruz como último grito del amor que tiene la potencia de abrir los corazones, la potencia de herir los corazones”.

Teresa de Calcuta nos da una luz muy especial sobre algo que tiene relación con el tema que nos ocupa cuando nos advierte que no puede haber límites en los desórdenes morales y sociales en tanto exista el aborto, pues cuando -por la causa que sea- se mata a los no nacidos desaparece la frontera del bien y del mal. 

No lo olvidemos que la violencia siempre trae consecuencias... pero el amor también.