Chicas ombligueras

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez

 

Hace tiempo, después de publicar un artículo donde hacía referencia a un caso de infidelidad matrimonial, una lectora me remitió un  comentario donde hace ver su extrañeza ante la capacidad de errar que tiene el ser humano, es decir, de echar a perder su vida al dejarse arrastrar por las pasiones, y en especial por la lujuria. Su texto lo condimenta con una frase, por demás, atinada: “hormona mata neurona”.

Sin embargo, no hay motivo para pensar que todo está mal, pues todavía podemos encontrar muchas realidades buenas en este bendito mundo al que Dios nos mandó, y una prueba de ello es la siguiente historia narrada por un tal Adolfo Güémez en una página titulada Buenas Noticias:

Cuando uno se topa con gente como Ella Guderson se da cuenta de que el principio clásico; el efecto es proporcional a la causa; no siempre es tan cierto. (Nota: “Ella”, en este caso, es nombre propio). Esta niña tiene 11 años. Su peso no supera los cincuenta kilos. No mide ni siquiera un metro y medio y a pesar de ser tan pequeña, ha logrado mover a compañías enteras y ha encendido una revolución en el mundo de la moda estadounidense. Todo comenzó con una sencilla carta de Ella a las oficinas de las tiendas departamentales Nordstrom. 

“Estimado Nordstrom, soy una niña de 11 años que intenté comprar en una de sus tiendas unos jeans, pero todos me quedaban a media cadera, y por eso pedí una talla más grande, pero me quedaron demasiado grandes y se me caían. Veo a muchas niñas caminando por ahí con pantalones a la cadera mostrando el ombligo y algunas hasta la ropa interior. Una de las señoritas que me atendió en su tienda me dijo que sólo había un look y una moda para todas, y era ésta. Si esto es así, todas las niñas tienen que caminar por la calle medio desnudas para estar a la moda, y yo creo que deberían cambiar esto”.

Estas sencillas líneas fueron la vibración inicial de un increíble terremoto. La respuesta de varios ejecutivos de la compañía asegurando cambios no se hicieron esperar. Entre ellas, Kris Allan quien le contestó: “¡Estoy impresionada!, tu carta me llamó mucho la atención y creo que tienes toda la razón. No debe de haber sólo un look para todos”.

Pero el asunto siguió y varios periódicos y estaciones de radio se mostraron interesados en reportar el suceso. Entrevistas, artículos y crónicas comenzaron a aparecer por todos lados. Finalmente, hasta cadenas televisivas nacionales como la CNN y la NBC invitaron a la pequeña Ella a aparecer en sus pantallas.

La voz de Ella Guderson llamó la atención porque era diferente. En una sociedad acostumbrada a vivir de impresiones y emociones, esta pequeña levanta la mano, alza la cabeza y asegura que hay algo más.

Hasta aquí la nota aparecida en Internet. Personalmente me resisto a creer que una cadena de tiendas, tan grande como Nordstrom, sea capaz de cambiar sus políticas de ventas o sus líneas de ropa por la carta de una niña, pero eso es lo de menos, pues de esta historia lo que me parece más rescatable es que siga habiendo personas inconformes con los estándares comerciales manejados por la moda, es decir, gente de cualquier edad que se niegue a vestir, o desvestir, y que al mismo tiempo que no caiga en el extremo opuesto de quienes para demostrar su individualidad usan ocho aretes bien diseminados por todo el cuerpo, o se tatúan.

Está claro que el simple hecho de enseñar el ombligo no pervierte de manera irremediable a una mujer, como tampoco los alcohólicos lo son por haber visto anuncios de bebidas embriagantes en la televisión; pero también es cierto que para llegar al alcoholismo se ha de empezar por beber un poco. Hay muchos asuntos que sólo Dios conoce y en especial lo referente al interior de las conciencias y lo que sucederá en el futuro. Así pues, sólo Él sabe lo que piensan algunas personas al ver los ombligos de tantas damas y damitas que transitan alegremente por todas partes; de igual forma que sólo el Todopoderoso sabe en lo que irán a terminar las historias de tantas chicas ombligueras.