Los siguientes seis años
Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez

 

 

Hoy los mexicanos elegiremos al presidente que guiará a nuestro país los siguientes seis años. De lo único que podemos estar seguros este día, es que ninguno de los candidatos tiene experiencia en el asunto de ser presidente de la república. Sobre todo cuando se trata de un país con tanta variedad de culturas, estratos sociales, costumbres, en fin… 

Quienquiera que llegue a ocupar la silla presidencial no la tendrá fácil. Los problemas se multiplican y se hacen más complicados dadas las circunstancias políticas de nuestro país, y la dependencia que hoy en día caracteriza a la realidad mundial. 

A quien sea presidente no le faltarán las zancadillas que procurarán ponerle sus adversarios; es decir, todos aquellos a los que les “convenga” hacerlo ver como incapaz para el cargo. Como si con ello se pudiera beneficiar el resto de la población.

En nuestra época no están bien vistas virtudes como la obediencia -a la que se le confunde con el servilismo- y la colaboración -a la que se equipara con la traición-. De tal forma que es fácil convencer a quienes tienen poco, y a veces nada, de que la solución para sus problemas es la rebeldía y el anarquismo.

Creo que ha llegado el momento de demostrar nuestro verdadero amor a nuestro país, no aclamando a nuestros seleccionados en el futbol, sino en el ejercicio más exigente de nuestra responsabilidad ciudadana, democrática y humana; con todo lo que esto supone. 

Personalmente me molesta la expresión “ganar”, en las elecciones políticas. Con frecuencia he visto que tal actitud supone un afán de poder, aunado a la posibilidad de humillar a los contrarios, perdiendo de vista que ellos no dejan de ser una parte de esa población a la que se comprometen a asistir. 

Gobernar, en todos los ámbitos, es lo mismo que servir. Por ello, y no por otra cosa, a quienes ocupan cargos de gobierno y representación se les denomina “servidores públicos”, es decir, empleados de los ciudadanos para cumplir una misión muy concreta que es la procuración del bien común. Sin embargo, quienes reciban dicha responsabilidad no serán los únicos comprometidos en sacar adelante nuestra nación; lo somos todos. 

Nuestra centenaria historia nos ha enseñado que México es mucho México, y a pesar de tantos errores e intereses malsanos que hemos padecido desde antes que fuéramos “descubiertos” por los europeos, seguimos de pie. 

Nuestro futuro no dependerá solamente de lo que decidamos hoy en las urnas; sino de lo que sigamos haciendo por nosotros, y por los demás, luchando contra el egoísmo personal y de grupos. 

Cuando los empresarios, líderes sindicales, maestros y todos entendamos -y vivamos- la virtud de la solidariedad, siendo todos responsables de todos, saldremos adelante. Dios quiera que lo entendamos y estemos dispuestos a tomarnos más en serio nuestra vocación política.