¿Qué va a pasar?
Ante la situación crítica de atentados terroristas y
demás desórdenes sociales y naturales algunos se inquietan preguntándose ¿qué
irá a pasar? Una respuesta prudente sería la de aquel viejito que afirmaba: las
predicciones son difíciles… sobre todo las del futuro. No cabe duda que este
buen hombre tiene razón.
Como bien afirmaba el Papa Francisco -aquí me
quedo con la idea, no son las palabras exactas: Solemos agobiarnos por no
conocer el futuro porque queremos ser controladores de todo. En definitiva,
queremos que todo suceda de acuerdo a nuestro muy personal punto de vista para
sentirnos seguros, y la verdad es que nadie podría organizar la vida de otros.
La experiencia nos demuestra que muchas veces no podemos ni siquiera ordenar la
nuestra propia.
Otro gran problema es que a nadie le gusta que otros
dispongan de su tiempo, por lo cual terminaríamos provocando más problemas de
los que podríamos resolver. De hecho no hay nadie en este mundo que pueda
resolver, a modo de varita mágica, los problemas tan complejos que estamos
enfrentando, y como solían decir nuestros abuelos: Sólo Dios sabe.
Pienso
que es muy sano sabernos pecadores, pues de esta manera nos reconocemos
limitados e imperfectos, es decir, como realmente somos. En la medida en que nos
pensamos mejores de lo que realmente somos estaremos trabajando con algo irreal
y, por lo mismo, con más posibilidades de cometer errores. Así sucedería si
teniendo un tenedor en la mano yo supusiera que es un martillo. Además creo que
en la medida en que eliminamos la idea del pecado aumentamos las enfermedades
mentales.
Solemos escuchar opiniones sobre los grandes problemas
mundiales de quienes ofrecen “soluciones” tan superficiales como inútiles. Es
frecuente que estas personas partan de calificaciones reduccionistas donde se
tacha de terrorista a todo musulmán. Habrá que recordar que, cada vez que
generalizamos etiquetando a las personas en grupos cerrados, estamos cometiendo
injusticias que pudieran ser graves. Veamos algunos ejemplos:
No todo
musulmán es un asesino. No todos los mexicanos son flojos e incultos. No todo
hombre es aficionado al futbol. No todas las solteras son solteronas. No todo
gordo es un tragón. No toda mujer maneja mal. No todo el que cobra es injusto.
No es lo mismo religioso que fanático.
Por otra parte, al seguir este
sistema corremos el riesgo de dejarnos arrastrar por quienes están en los
candeleros de la opinión pública, pero sin la formación ni criterio necesario
para guiar sanamente al gran público, y así podemos observar como: No todo
editorialista es intelectual. No todo el que sale en televisión sabe de lo que
habla. No todo profesionista es capaz. No todo lo que encontramos en Internet es
fidedigno. No todo el que viste elegantemente es digno de confianza. No todo el
que reclama tiene la razón y puede exigir.
Si no nos gustan las
injusticias, no las cometamos nosotros.
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