¿Qué va a pasar?

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez    

Ante la situación crítica de atentados terroristas y demás desórdenes sociales y naturales algunos se inquietan preguntándose ¿qué irá a pasar? Una respuesta prudente sería la de aquel viejito que afirmaba: las predicciones son difíciles… sobre todo las del futuro. No cabe duda que este buen hombre tiene razón.

Como bien afirmaba el Papa Francisco -aquí me quedo con la idea, no son las palabras exactas: Solemos agobiarnos por no conocer el futuro porque queremos ser controladores de todo. En definitiva, queremos que todo suceda de acuerdo a nuestro muy personal punto de vista para sentirnos seguros, y la verdad es que nadie podría organizar la vida de otros. La experiencia nos demuestra que muchas veces no podemos ni siquiera ordenar la nuestra propia.

Otro gran problema es que a nadie le gusta que otros dispongan de su tiempo, por lo cual terminaríamos provocando más problemas de los que podríamos resolver. De hecho no hay nadie en este mundo que pueda resolver, a modo de varita mágica, los problemas tan complejos que estamos enfrentando, y como solían decir nuestros abuelos: Sólo Dios sabe.

Pienso que es muy sano sabernos pecadores, pues de esta manera nos reconocemos limitados e imperfectos, es decir, como realmente somos. En la medida en que nos pensamos mejores de lo que realmente somos estaremos trabajando con algo irreal y, por lo mismo, con más posibilidades de cometer errores. Así sucedería si teniendo un tenedor en la mano yo supusiera que es un martillo. Además creo que en la medida en que eliminamos la idea del pecado aumentamos las enfermedades mentales.

Solemos escuchar opiniones sobre los grandes problemas mundiales de quienes ofrecen “soluciones” tan superficiales como inútiles. Es frecuente que estas personas partan de calificaciones reduccionistas donde se tacha de terrorista a todo musulmán. Habrá que recordar que, cada vez que generalizamos etiquetando a las personas en grupos cerrados, estamos cometiendo injusticias que pudieran ser graves. Veamos algunos ejemplos:

No todo musulmán es un asesino. No todos los mexicanos son flojos e incultos. No todo hombre es aficionado al futbol. No todas las solteras son solteronas. No todo gordo es un tragón. No toda mujer maneja mal. No todo el que cobra es injusto. No es lo mismo religioso que fanático.

Por otra parte, al seguir este sistema corremos el riesgo de dejarnos arrastrar por quienes están en los candeleros de la opinión pública, pero sin la formación ni criterio necesario para guiar sanamente al gran público, y así podemos observar como: No todo editorialista es intelectual. No todo el que sale en televisión sabe de lo que habla. No todo profesionista es capaz. No todo lo que encontramos en Internet es fidedigno. No todo el que viste elegantemente es digno de confianza. No todo el que reclama tiene la razón y puede exigir.

Si no nos gustan las injusticias, no las cometamos nosotros.


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