Ecualización social
Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez
Ahora que tenemos tantas facilidades para ver documentos
fílmicos, y en concreto sobre la Segunda Guerra Mundial,
resulta impactante constatar el grado de destrucción que
sufrieron tantas naciones. Especialmente pienso en aquellas
que terminaron derrotadas, como son el caso de Japón y
Alemania a las que hoy en día se les cataloga como ejemplos
de prosperidad.
Es mucho lo que se ha escrito y estudiado sobre la capacidad
de resurgir de estos países, y muchos otros, que supieron
levantarse de la derrota hasta llegar a ser potencias
económicas ejemplares. No es necesario ser un experto en
economía para descubrir cómo Japón puede tener una
economía próspera a pesar de tener un territorio pequeño y
muy accidentado geográficamente, y todo ello a base de
disciplina y mucho trabajo.
En definitiva, ahí está el secreto, ese pequeño detalle que lo
cambia todo: La actitud.
Es evidente que en el factor humano está la gran diferencia
entre los países desarrollados y los subdesarrollados, pues
dentro del Continente Americano, especialmente en los países
latinos, encontramos riquezas naturales maravillosas que
bastarían de sobra para resolver nuestros grandes problemas
económicos y sociales.
Para ello, y esto no es ningún secreto, se requiere de sistemas
políticos honestos y capaces, donde se busque sinceramente el
bien común y no el de unos pocos; así como de sistemas
educativos que, buscando el desarrollo integral de las
personas, los capaciten para poder trabajar con sentido
emprendedor y exigencia, pero no de tal forma que ese trabajo
se convierta en un obstáculo para la convivencia familiar.
Si dentro de muchas grandes empresas se pueden observar
enormes diferencias donde los directores reciben salarios y
prestaciones desproporcionadas en relación a los sueldos de los
obreros, no podemos esperar que crezca la clase media tan
necesaria para conseguir la estabilidad socio-política de los
países.
Lo mismo se puede decir del ambiente político, pues con
frecuencia salen a la luz ejemplos escandalosos e injustificados
de despilfarros por parte de quienes afirman tener el oficio de
representar la voluntad de la ciudadanía y de proteger el orden
social. El bien común, que han de perseguir quienes tienen
cargos políticos, no debería ser un lugar común para ser usado
en discursos que pretendan ganar votos en las elecciones, sino
el objetivo primario de las decisiones y las acciones de quienes
ostentan la autoridad.
La culpa la tenemos todos, pues se requiere trabajar en equipo
en los órdenes familiar, laboral, educativo, político, social y
religioso, estando dispuestos a renunciar a privilegios
personales y de grupo.
No tenemos derecho a exigir que los demás cumplan con sus
obligaciones mientras cada uno -de los de arriba y de los de
abajo- pretenda recibir más, dando cada vez menos. En Física
se estudia y se aplica el equilibrio de tensiones y fuerzas a base
de sistemas de ecualización, con los cuales las cargas se
distribuyen de forma equilibrada en diversos puntos. Considero
que en la vida en sociedad sería muy positivo aplicar este
mismo principio con el que todos saldríamos ganando.