Educar mediocres

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

Hace unos años, platicando con una señora joven sobre la educación de los hijos le comenté que me había tocado escuchar un diálogo entre una mujer y el dependiente de una tienda de conveniencia. La primera preguntó si tenían chocolates de una marca determinada y la respuesta fue que no; que tenían una variedad bien surtida de otras marcas, a lo que la mujer respondió. No, gracias. Es que mis hijos me salieron muy exigentes.

Cuando le refería este ejemplo a la mamá joven y le sugería educar en la sobriedad a sus hijos, me respondió: No. En mi casa no tenemos esos problemas. Entonces ella me relató lo que acababa de suceder en su casa.

El martes, me dijo, mi hija de cuatro años se puso el vestido que más le gusta y los zapatos más bonitos, pues tenía una cita con su papá. Mi marido, continuaba ella, invita a mis hijos por separado, una vez al mes para ir a la tienda OXXO y ellos eligen un producto. Mi pequeña pidió una bolsa de papas fritas, y se sentaron los dos juntos en la calle a comérselas mientras platicaban.

¡Qué hermosura de papá, de mamá y de familia! Desde entonces, he contado a mucha gente este ejemplo de virtudes.

Me resulta difícil de entender que haya padres de famila que echen a perder a sus hijos introduciéndolos en la cultura del consumismo. Por este tipo de errores se puede entender que haya tantos divorcios en todas partes.

Sabemos que el matrimonio exige una capacidad de renuncia en muchos órdenes. Y quienes no están entrenados en el el espíritu de servicio no estarán preparados para casarse y tener hijos.

Los niños nacen egoístas de forma necesaria, pues su centro son ellos mismos, y el ambiente familiar ha de facilitarles todo lo que necesitan para sobrevivir. Poco a poco el niño ha de ir descubriendo a los demás y dándose cuenta de que él también está obligado a colaborar con ellos. Pero si los padres, por falta de carácter o por error no saben exigir lo conveniente para que sepan compartir y servir a los demás, les hacen un daño de gravísimas consecuencias.

No de trata de formar soldados espartanos, con golpes y sin cariño. Los extremos son igualmente negativos. Es la prudencia la que habrá de marcar la pauta para que se les pueda exigir todo aquello que puedan dar en beneficio de los demás, y de ellos mismos.

Podemos hacer un ejercicio mental analizando cual es el fondo de los chistes de matrimonios, y llegaremos a la conclusión de que el tema principal es el afán de control que se funda en la soberbia, y los celos que se relacionan con la inseguridad personal. Asuntos que deben ser atendidos desde la infancia.

La experiencia diaria nos permite ver en todos los deportes tanto a nivel profesional, como amateur, la necesidad de contar con entrenadores exigentes que forjen campeones.

Exigir es un arte que se perfecciona con el saber demostrar un sano interés y cariño por las personas a las que se entrenan, sobre todo cuando son los propios hijos.