Iglesia cambiante
Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez
Es común escuchar críticas contra la Iglesia, censurando
la organización eclesiástica, la moral, la liturgia... Lo curioso de este asunto
es que muchos de los que critican no han estudiado estas materias. Como quienes
desautorizaran a los jugadores de ajedrez desconociendo las reglas del juego;
incluso, opinando que las piezas deberían moverse de forma diferente a como está
establecido.
Entre los asuntos más frecuentes aparece el tema de la
personalidad de cada Papa. Así pues, se dice que el Papa Benedicto XVI no tenía
el encanto y don de gentes que Juan Pablo II y Francisco, pero no debemos
olvidar que el Romano Pontífice no es un conductor de programas de televisión.
En definitiva, el error más frecuente estriba en juzgar a la Iglesia con
estándares humanos. Cuando leemos la prensa, quienes hemos estudiado -a nivel
universitario- estos temas, nos sentimos decepcionados por la falta de formación
de las personas que los escriben.
Volviendo al ejemplo del ajedrez, pienso
que Dios es un extraordinario ajedrecista, y sabe colocar sus piezas en el lugar
conveniente, programando varias jugadas por adelantado. Así veo el tablero de la
Iglesia donde aquellos que ocupan la Santa Sede van desarrollando un programa
adecuado a cada época de la humanidad dentro de los planes de la Divina
Providencia.
De vez en cuando aparecen encuestas y reportajes de quienes
desean cambios en la doctrina moral. “Si la Iglesia no cambia -le oí decir a un
conocedor- se meterá en problemas”. ¿Más? Bastante tiene ya con tratar de salvar
a tanta gente, sobre todo cuando es evidente el poco interés por parte de muchos
en dejarse ayudar para alcanzar la vida eterna. ¡Cambios! ¡Ansían cambios!
¡Muchos cambios! Una moral flexible y poco exigente.
¡Sí señor! Algo que
vaya por la línea indefinida del mundo moderno; una ética relajada; una fe sin
dogmas; una vida ritual sin esquemas; un cristianismo ambiguo y un ordenamiento
sin leyes. En definitiva: antojos, modas, sentimentalismos con mucha luz y
sonido: ¡Pasen, pasen y vean, damas y caballeros, a la mujer barbuda!
Con
frecuencia vemos que nuestros líderes políticos y nuestros astros de cine y
televisión, proponen la solución de todos los problemas en base a esquemas tan
superficiales como atractivos, por cómodos y baratos. Pero en la Iglesia, si se
quiere seguir con la coherencia propuesta por su Fundador, no se pueden aplicar
pautas populacheras.
Entre las maravillas que posee la Iglesia Católica está
la inmutabilidad de esas verdades que ha recibido por revelación del mismo Dios
en temas de fe y moral. Verdades que no cambian con el paso del tiempo, ni de
las culturas, ni de los hombres. ¿Qué sería de esta Iglesia si cada Papa
suprimiera, o incluyera, nuevos pecados o Sacramentos?
Por otra parte, San
Francisco de Sales afirmaba que la Iglesia no es un club de perfectos, sino un
hospital de pecadores. Si ha permanecido durante tanto tiempo es por obra de
Dios… a pesar de nosotros.