Historias de amores extravagantes
Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez
Uno de los asuntos más delicados en la nebulosa familiar
es el de los noviazgos de los hijos. ¡Qué difícil resulta a veces que los papás
estén tranquilos con los probables yernos y nueras. Por otra parte, resultan
alarmantes las estadísticas de divorcios y matrimonios con problemas en todo el
mundo.
Tal parece que desde que Adán y Eva hicieron acto de presencia en
este planeta no ha dejado de haber dificultades de todo tipo, pero a veces éstas
se presentan de formas más… ¿cómo podríamos decirlo?, más “dramáticas”.
No
tengo puntos de comparación, pero me da la impresión de que ahora hay más gente
trastornada que en otras épocas. O será que cuando era yo joven no podía darme
cuenta de tantas cosas que sucedían como ocurre ahora.
Está claro que hay un
grave déficit de cariño y armonía en un mundo donde las familias están sometidas
a tantas factores negativos: La inestabilidad económica, junto con el ritmo de
vida al que nos estamos sometidos; la incapacidad para establecer el diálogo;
las presiones sociales y, en fin, tantos asuntos más.
Me queda claro que el
peor error que puede cometer alguien en su vida es casarse con la persona
equivocada, y no existen aparatos para medir el grado de madurez, y de las
innumerables virtudes necesarias para sacar adelante un matrimonio y una
familia. Por eso tantos chistes sobre este particular. Como aquel de quien le
pregunta al médico que lo atiende: ¿Cómo me ve doctor? La verdad, muy mal.
Tienes un cáncer maligno y pronostico que te quedan ocho mese de vida. ¿Y qué me
recomienda? Pues que te cases. Pero eso no me curará. No, pero se te harán una
eternidad.
Ante la improvisación educativa familiar, se han multiplicado los
problemas emocionales que muchas veces llevan a una búsqueda enfermiza de la
felicidad, haciéndoles la vida imposible a los demás.
Esta semana me
encontré con un letrero que decía: Nadie te obliga a quedarte conmigo. Si no me
amas…, ahí está la puerta; rompe el candado; quita las cadenas; cruza la fosa
con cocodrilos; mata a los guardias; salta la reja electrificada…, y vete…
Total…, me da lo mismo… ni creas que te voy a extrañar. Pero cuando sepas que me
corté las venas… sabrás que tú tuviste la culpa.
Relaciones enfermizas dentro
de los noviazgos con celos patológicos, codependencias, depresiones,
bipolaridad, esquizofrenias, fármaco-dependencias, alcoholismo y drogadicción;
todo lo cual nos presenta un panorama escalofriante.
Con justa razón
comprendo los temores de tantos padres de familia cuando sus hijos les dicen que
ya tienen novio(a). Pero por otra parte, queda claro que la falta de exigencia
en la formación de virtudes en los muchachos es culpa de los mismos progenitores
que no supieron ser lo suficientemente valientes para educar a sus pequeños
cuando todavía estaban a tiempo.
Decirle a una chica de 19 años que su novio
no le conviene, simplemente es llegar tarde. Estos temas se educan desde el
momento en que se comienza a amamantar a los bebés.