Perfume de 19 mil pesos

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

En la prensa solemos enterarnos de las excentricidades de “los famosos”. A nadie le impresiona ya que cantantes, actrices, modelos, deportistas, etc., gasten sumas enormes de dinero en todo tipo de artículos y pasatiempos. Pero ahora quisiera detenerme en anotar que este fenómeno no es nuevo. La literatura de los excesos a lo largo de la historia es abundante. Desde muchos siglos atrás los monarcas, y otros, han sabido darse gustos escandalosos.

Esta vez acudo a un texto de los Evangelios, concretamente el de San Marcos en su capítulo 14, donde encontramos esta cita: “… y estando en Betania en la casa de Simón el leproso, cuando estaba sentado a la mesa, vino una mujer que llevaba un frasco de alabastro con perfume de nardo puro de mucho precio; y rompiendo el frasco, lo derramó sobre su cabeza. Algunos de los presentes, indignándose en su interior, decían: ¿Para qué se ha hecho este derroche de perfume? Se podía haber vendido este perfume por más de trescientos denarios, y darlo a los pobres. Y se indignaron contra ella”.

Si nos basamos en los datos que este texto nos aporta, y tomando en cuenta que un denario era el sueldo de un jornalero por día, es decir el equivalente del salario mínimo diario, y lo multiplicamos por trecientos, estaríamos hablando del resultado de diez meses de trabajo sin días de descanso. De esta forma podemos concluir que aquel perfume valdría cerca de 19,000 pesos mexicanos actuales o 1,450 dólares americanos en la paridad de este día.

Si buscamos en Internet los perfumes más caros del mundo podemos encontrar entre ellos, al Fauburg de Hermes. Su precio es de $19,500 mexicanos.

Aquí cabe la expresión ¡Wow! con el perfumito que aquella mujer usó para ungir a Jesús. Además, aclara el evangelista, que lo llevaba en un frasco de alabastro, siendo éste un material semejante al mármol y, por lo mismo, se necesitaba tallar esa piedra hasta convertirla en una botella, y aquella mujer rompió el envase para dejar bien claro que no se reservaba absolutamente nada del preciado contenido. Era, en definitiva, un símbolo de romper definitivamente con un pasado de pecado, para adorar a Dios.

El hecho molestó a algunos de los presentes de igual forma que sigue escandalizando a otros en nuestro tiempo, por eso quizás nos convenga continuar leyendo el texto sagrado para ver la reacción de Jesús quien dijo: “Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo, pues a los pobres los tienen siempre con ustedes, y pueden hacerles bien cuando quieran; a mí, en cambio, no siempre me tienen. Ésta ha hecho cuanto estaba en su mano: se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. En verdad les digo que dondequiera que se predique el Evangelio en todo el mundo, se contará también lo que ella ha hecho, para memoria suya”.

Queda claro, pues, que a Dios le gusta que lo tratemos con la reverencia que se merece…, pero todavía hay quienes no lo entienden.