Querido 2013

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

No sé si los años anteriores te hayan contado que desde hace tiempo suelo escribir una carta a los años que terminan. La verdad ignoro si existe comunicación entre ustedes. Es más, no sé si cuando se acaban se van a gozar de su jubilación a algún lugar donde convivan con sus antepasados.

Por aquí, como podrás haberte dado cuenta, las personas jubiladas hacen cosas muy distintas unas de otras. Hay quienes lo que desean es dejar de laborar para gozar, según suelen decir, de lo que se han ganado con tanto esfuerzo. Otras, por el contrario, no pueden estar sin hacer nada y buscan otras labores para mantenerse activas y seguir siendo útiles. No cabe duda, hay mucha gente que se distingue por dar lo mejor de sí cada día hasta el último momento.

Deja que te cuente que ayer celebré la Santa Misa por un señor que murió a los 92 años de edad y que siempre se distinguió por su sencillez, su buen humor y su espíritu de servicio, entre otras virtudes. Excelente esposo, padre y abuelo. Él era ranchero, y tenía un don muy especial para amaestrar caballos con cariño y buenos tratos. De hecho vivió en su rancho hasta los 80 años y mantuvo hasta los últimos días su ilusión por volver a ese lugar. ¿Y sabes? Me contaron que murió dando las gracias. ¡Qué chulada de señor!

Por cierto, es probable que sepas de una película donde se plantea un mundo donde la moneda era el tiempo, es decir, donde la gente tenía que pagar con años, meses, días y horas todo lo que necesitaba, de tal forma que para tomar un café o subirse a un autobús les quitaban horas de vida. Pero tenían la ventaja, también, de que podían ganar tiempo trabajando. Además era posible pasarlo a los demás con un contacto manual. Dentro de los diálogos uno me llamó poderosamente la atención: “Se puede hacer mucho en una hora”.

Creo que el director de esta película consiguió su objetivo: Hacer pensar a los espectadores sobre el valor del tiempo. Tú nos has ofrecido 365 días de 24 horas, y cada uno de nosotros te fue utilizando de formas muy distintas. Unos crecieron y se hicieron más fuertes, ayudaron a los demás a ser mejores, y otros, simplemente se dejaron arrastrar por su egoísmo tratando de pasársela bien en cada momento. La diferencia es enorme. Dicen que quien vive para servir, sirve para vivir.

Gran parte de los problemas que tenemos los humanos es que no aprendemos de nuestros errores y seguimos fallando en lo mismo.

Otro tema de gran importancia es el tiempo y la forma que dedicamos al descanso. Son muchos quienes para poder hacer más cosas no saben valorar el reposo y se agotan descuidando su salud y a sus familias. Lo curioso de esto, es que la mayoría de los que cometen este error afirman que en su jerarquía de valores su familia ocupa el principal lugar. Pierden de vista aquello de que si para vivir trabajas, no te mates trabajando.

Oye: Te felicito especialmente, pues dentro de ti comenzó su pontificado el Papa Francisco.

Muchas gracias por todo.