Asuntos matrimoniales
El matrimonio es algo tan hermoso que yo me casaría dos veces por año. Esta
ocurrente afirmación de un amigo deja entrever la forma en que muchos ven, ya no
digamos el matrimonio, sino la boda. Son ese tipo de personas que tardan más en
preparar su casamiento que en divorciarse.
No resulta raro que cada día
haya más comentarios en contra del matrimonio pues sacar adelante este tipo de
unión es sumamente complicado y lo que está de moda son los planes con
facilidades de pago, los sistemas para adelgazar sin tener que dejar de comer y
cosas por el estilo.
Si queremos en Ferrari o un Porche tendremos que
estar dispuestos a pagar mucho dinero, por el contrario, si lo que queremos es
un auto que no nos haga sufrir si nos lo roban, podemos conformarnos con un
Chevy, un Tsuru o un Bocho.
Pretender un matrimonio para toda la vida,
donde reine la paz y la armonía exige, en primer lugar, un noviazgo de calidad
entre personas virtuosas. Las cuales estén preparadas para servir haciendo
felices a los demás, es decir, personas que hayan sido educadas en sus familias
bajo un régimen de amorosa exigencia, y esto, hoy en día, no se encuentra con
facilidad. Todo esto requiere de mucho sacrificio y perseverancia.
Si
hay una realidad complicada esa es el matrimonio, por su carácter altamente
multifactrial, pues en él intervienen la personalidad de cada uno de los
cónyuges que van cambiando según los años con sus vicios y virtudes, el
temperamento de cada hijo según sus edades, y de cada uno de los parientes
cercanos, y qué tanto influyen para bien o para mal en la propia familia; el
factor económico, la religiosidad de los miembros de la familia, el vecindario,
las escuelas, la casa habitación, la estabilidad del trabajo o trabajos de los
esposos, y los imprevistos que nunca faltan.
El ambiente actual se va
inclinando cada vez más hacia la falta de respeto y esto se nota mucho en el
ambiente familiar.
Otro tema fundamental estriba en la madurez de los
esposos. Dicha cualidad se manifiesta en la capacidad para darle a cada cosa su
verdadero valor. Las personas inmaduras hacen escándalos por pequeñeces y no
saben responsabilizarse por los asuntos importantes. Un inconveniente frecuente
en este tema es que los inmaduros -como sucede con los alcohólicos- no son
capaces de reconocer su problema.
Mi marido y yo somos como el agua y el
aceite en el mismo charco, decía una señora, y esto suele ser frecuente. Las
necesarias diferencias entre las parejas pueden superarse, en buena medida
dependiendo, de una actitud de humildad y comprensión.
Gerald Rogers
suele dar este consejo “Enamórate una y otra vez. Siempre habrá cambios, tanto
en ella como en ti, y es por eso que ambos tendrán que reelegirse todos los
días. Cuida su corazón, sino ella puede dárselo a otro y quizás nunca lo
recuperes. Siempre lucha por ganar su amor tal como lo hiciste cuando la
cortejabas”.