Quiero ser bombero
Quien más, quien menos, todos habremos contemplado, por lo menos en la
televisión, el trabajo de los bomberos. Mi primer recuerdo sobre el tema es del
año 1962, cuando en la ciudad de México se incendió una maderería. Las llamas se
levantaron, según las notas periodísticas, cerca de 30 metros de altura. Todo
comenzó poco después de las 4 de la tarde y se declaró controlado el siniestro a
las 8 de la mañana del día siguiente. Hay que hacer notar que dentro de la misma
manzana, pared con pared había una gasolinera, la cual gracias a Dios no fue
alcanzada por el incendio.
Recuerdo con nitidez la forma en que aquellos
hombres combatían el fuego con prudencia y decisión. Estas actitudes las he
contemplado en otros eventos de diversos tamaños. ¿Por qué será que cuando niños
muchos deseábamos ser bomberos?
Este 28 de agosto se celebró en todo el
país, como es costumbre, el Día del Bombero, aunque quizás convenga precisar:
Día de las bomberas y los bomberos, pues cada vez es más frecuente encontrar
mujeres que forman parte de ese ejército de valientes. Todos ellos son
conscientes de la admiración que la sociedad les tiene.
¡Cuántos actos
verdaderamente heroicos! ¡Cuántas vidas ofrendadas para salvar a quienes estaban
en peligro! ¡Cuántas horas de guardia “sin hacer nada”, esperando que suene el
teléfono para equiparse y salir en busca de esos accidentes, sin saber a ciencia
cierta qué tan sencillos o complicados serán! En sus horas de guardia limpian
sus unidades y equipos, las instalaciones, practican, aprenden, repasan,
enseñan, cocinan y descansan. Todo ello requiere paciencia, que con mucha
frecuencia está acompañada de buen humor.
Es bonito constatar el
compañerismo que suelen vivir entre ellos, de forma que se podría hablar de una
auténtica hermandad. Aunque a veces, como suele suceder hasta en las mejores
familias, los hermanos pueden estar en desacuerdos y algo molestos… En fin,
seres humanos de carne y hueso como todo el mundo.
Mientras escribo esto
me vino a la memoria un recuerdo de mi infancia, anterior al arriba relatado,
cuando un vecino provocó una fuga de gas al abrir un tanque y a los pocos
minutos llegaron los bomberos. El primero que entró, al ver a todos los vecinos
asomados al incidente los saludó con una potente y simpática voz diciendo: “Vaya
sustito… ¿Verdad?”
Reza un refrán: Honor a quien honor merece. ¿Qué
podemos hacer para reconocer y facilitar las labores de estos valientes? Quizás
debamos comenzar por dejarles bien claro a los niños que puede llegar a ser
criminal una llamada falsa a los servicios de emergencia. Es muy impresionante
saber que más de la mitad de las llamadas son bromas de mal gusto de quienes se
divierten sin considerar las consecuencias, en diversos órdenes, pueden
ocasionar.
Por otra parte, nos conviene pensar sobre cómo habremos de
actuar al escuchar el sonido de las sirenas cuando estamos involucrados en el
tráfico de la ciudad.