La guerra de las hormonas
Frecuentemente me encuentro con señoras que me platican sobre los disgustos que
tiene con sus hijos e hijas adolescentes, sobre todo cuando las mamás también
están padeciendo desajustes propios de edades problemáticas… Gran tema, sin
duda, con el que se podrían escribir novelas de delirantes combates entre
romanos y cartagineses, con sus furiosos elefantes, caballería e infantería de
un lado, y otros con sus cuadrigas, catapultas y fuego, intentando sitiar y
defender ciudades rodeadas por murallas muy altas de gruesas paredes fabricadas
con orgullo, sentimientos inestables, cansancio, incomprensión y desesperación ¡Wow!
Es importante no perder de vista que junto al egoísmo culpable, suele aparecer
una revolución hormonal que se acentúa por edades, embarazos, desajustes del
organismo y otras causas del todo incomprensibles de varios colores pero, eso
sí, casi siempre en tonos pastel.
En los adolescentes también solemos
descubrir la incapacidad para comprender a sus padres. Sólo recuerdo el caso de
un jovencito cuando hace años me dijo: Pobres de mis papás están pasando por la
difícil etapa de mi adolescencia.
Para que los hombres pudiéramos comprender
a las mujeres sería necesario entender qué son las hormonas. He aquí una
explicación 100% científica: Las hormonas son unas hordas de billones de
hormigas, avispas y cucarachas armadas con espadas, lanzas y antorchas que
circulan por la sangre peleándose entre ellas y a las que el organismo combate
arrojándoles enormes ollas de aceite hirviendo. Estas silenciosas batallas se
llevan a cabo durante varios días de cada mes, pero es importante no perder de
vista que tal proceso no depende de la voluntad de la dueña de ese sistema
circulatorio y la corriente sanguínea que transita dentro de él.
Desafortunadamente son cada día más los papás que fomentan el egoísmo de los
hijos a base de cumplirles sus caprichos para que dejen de molestar. Esta es la
mejor forma de incubar problemas que terminarán siendo gigantescos y, por lo
mismo, insuperables con el paso de los años.
Como en la práctica resulta
imposible clarificar hasta dónde llega el coctel preparado de egoísmo mezclado
con los hábitos negativos y los caprichos, y dónde comienzan los desajustes
hormonales, será de más provecho colar esta mezcolanza con el beneficio de la
duda, pues juzgar como culpables a quienes padecen esas tormentas puede ser una
grave injusticia, y políticamente no se están facilitando las cosas para
resolver los problemas.
Las normas para superar las crisis de entendimiento
entre hombres y mujeres, entre padres e hijos, han de seguir el derrotero que
marcan el respeto, la comprensión y el cariño; en ese orden, y una vez
conseguido dicho entendimiento, quienes detentan la autoridad han de actuar con
serena fortaleza.
Producir chispas en un ambiente de gasolina vaporizada
suele traer consecuencias nefastas para todos. Cubrir con un paño mojado de agua
fresca perfumada con cariño suele ser más prudente.