La santa muerte
No cabe duda que los seguidores de este culto le pusieron un bonito calificativo
a la calaca. Si hace treinta años alguien nos hubiera hablado de la santa muerte
es muy probable que hubiéramos entendido que nuestro interlocutor era una
persona de fe, con capacidad para darle sentido sobrenatural a las realidades
cotidianas, incluyendo la salida de este mundo.
Desafortunadamente, hoy en
día muchos de nosotros relacionamos este nombre compuesto con un personaje muy
descompuesto.
Hace poco me tocó asistir espiritualmente a un delincuente
minutos después de que fuera abatido a tiros por las autoridades (no sé si
competentes o incompetentes, pero eso sí, uniformadas de policías). Lo que más
me llamó la atención fue encontrar que en aquella casa sólo había dos elementos
decorativos, y uno de ellos era una imagen, de buen tamaño, de la santa muerte.
En ese caso concreto, me pareció que dicha superstición fracasó rotundamente en
su encomienda, pues la defunción de aquel hombre no fue agradable.
Existen
varias oraciones a esta devoción. Las hay para pedir favores de cosas buenas y
malas, y según un amigo, hay algunas para pedir todo tipo de daños para los
enemigos, solicitando venganzas llenas de crueldad.
Si me preguntan si creo
en la existencia del demonio podré contestar, sin dudarlo, que por supuesto que
sé que existe; que es poderoso, y muy astuto en el arte de engañar.
Personalmente estoy convencido de que la mano que mece la cuna de la santa
muerte es la del diablo. Pedirle favores a ese espíritu es un grave error, pues
él no sabe de amistad, dado que esta virtud es un tipo de amor y él perdió la
capacidad de amar; sólo sabe odiar y es por eso que, teniéndonos envidia, no
quiere que lleguemos a ser felices con Dios.
Sé también que hay quienes no
creen en los demonios, ni en Dios, pero ese asunto es otro tema en el que no me
detendré ahora.
Tampoco concuerdan que imágenes tan feas sean nombradas con
nombres tan delicados como: la niña blanca, mi niña y otros parecidos, pero
desde el punto de vista de la mercadotecnia han dado buenos resultados para
atraerle muchos seguidores.
Una característica de dicho misticismo es la
exclusividad, pues quienes difunden esta devoción insisten en que sólo se le
debe rezar a ella ya que es sumamente celosa.
Según varios relatos de
personas que han obtenido su ayuda, la santa muerte les cobra altos intereses
por esos favores, incluyendo la muerte de los solicitantes o de familiares
cercanos a ellos.
Dice uno de los refranes populares más famosos: “Dime con
quién andas y te diré quién eres”, según lo cual podemos deducir que este asunto
no debe ser benéfico toda vez que entre sus fieles suelen haber muchas personas
involucradas en la delincuencia y todo tipo de vicios.
Desear una santa
muerte es, pues, completamente distinto a adorar a la santa muerte, y siguiendo
con los refranes: “Que Dios nos agarre confesados·”