No me gusta este Papa…

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

Hoy, cuando muchos piensan que la Iglesia está en crisis, y con ella también la economía, la política, la juventud, la educación pública, la estabilidad mundial, el matrimonio, la familia… y el mundo entero, y por eso no se quieren casar o, si están casados, no quieren tener hijos; está claro que están viviendo sin esperanza y, en ocasiones, sin fe.
Aquí aparece la mentalidad pragmática, economista “objetiva” de quienes ponen su seguridad en el dinero, en las bolsas de aire de los autos, en la fuerza física adquirida en muchas horas de GYM…
Dentro de la Iglesia, vemos que son muchos los católicos quienes, dejándose llevar por los medios de comunicación, pasan de fieles a detractores. Por eso la juzgan con medidas humanas y hubieran preferido a un Papa hecho a su medida.
Hay quienes han apostado al buen o mal desempeño del pontificado de S.S. Francisco I. No faltan los expertos y los profetas en temas eclesiásticos, y se animan a dar su opinión como quien le apuesta al ganador de una carrera de caballos. No se dan cuenta que en la Iglesia los criterios a seguir los marca Dios, a pesar de estar compuesta por seres humanos.
Con justa razón el Cardenal Ratzinger declaró: “No puedo convertir a Cristo en propiedad privada y pretenderlo sólo para mí. A Cristo, en cierta forma, hay que aceptarlo –también– con su incómoda familia”. ¡Cuánta razón tiene el Papa Emérito Benedicto XVI en referirse a la Iglesia como la incómoda familia de Cristo! Y es que eso somos; una familia bastante incómoda, pero al fin y al cabo…, la familia de Dios. Quien, a pesar de los pesares, nos sigue amando y ayudando hasta que estemos en condiciones de alcanzar la meta para la que nos creó.
La prensa ha puesto especial atención en temas como: Cuántos sacerdotes son pederastas; cómo están las finanzas vaticanas; las rivalidades que se dan entre los grupos que la componen; pero no les importa cuánta Misas se celebran cada día en el mundo entero, cuánta gente limpia su alma en el sacramento de la Confesión; cuántas personas son confortadas con la Unción de los Enfermos; a cuántos miles de personas se les predica la palabra de salvación; cuántos nativos de América, Asia, África, como también de Oceanía y de la misma Europa, son atendidos en cuerpo y alma por misioneros, etc.
A quienes piensan que este Papa no podrá hacer frente a los retos que la Iglesia enfrenta en nuestra época, habrá que aceptarles que la tarea resulta demasiado grande para alguien que, en definitiva, no es más que un mortal más, como los siete mil millones que poblamos la Tierra, pero con una diferencia cualificada: Es el sucesor de Pedro.
Por la Iglesia han pasado ya 265 Papas y, a pesar de los cambios de culturas y regímenes políticos en todo el mundo, la Iglesia sigue en pie. Hay una mano invisible que ha estado moviendo esta cuna desde hace más de 20 siglos.