Perdón al Papa

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

No deja de asombrarme el fenómeno mediático que ha supuesto la renuncia del Papa. La prensa de corte liberal está tan interesada sobre este asunto como los medios oficialmente católicos. Lógicamente tratándolo con tonos muy distintos. Esto me recuerda lo que me contaba un amigo quien escuchó en un autobús urbano en la Ciudad de México, que ya estaba bastante lleno y, sin embargo, el chofer, y su ayudante, seguían subiendo más personas cuando se oyó el siguiente reclamo de un pasajero ubicado en la parte trasera:
Pasajero: Ya vámonos.
Chofer: ¿Mucha prisa?
Pasajero: ¿Pos entonces? Ya mueve tu mugroso camión.
Chofer: Si no te gusta ¿para qué te subiste?
Pasajero: Para darte de comer.
Ayudante del chofer: Ora sí ya te fregó. Ya vámonos.
Así están muchos periodistas de esos que se declaran ateos, pero que cuando se muere un Papa se enfocan en la Iglesia todo el tiempo que sea necesario siguiendo el cónclave de los cardenales, las tradiciones del Vaticano, y los chismes de pasillo que nunca faltarán y todo ello… pues para poder comer… seres humanos, al fin y al cabo.
La verdad es que esta semana yo pensaba tratar otro tema, pero me encontré un artículo de un tal Diego Contreras que me gustó mucho por su tino, su frescura y, a pesar de ser tan sintético, por lo completo que es. Aquí van estos tres párrafos llenos de sentido común:
“Admito que me ha venido un nudo a la garganta al escuchar los últimos discursos de Benedicto XVI, especialmente el que dirigió esta mañana en su última audiencia general. No me refiero sólo a la emotividad por el hecho de haber podido asistir personalmente a una despedida única, sino al escucharle de nuevo dar las gracias y afirmar que nunca se ha sentido solo.
“Benedicto XVI se ha ganado el afecto de la gente, pero se lo ha tenido que ganar a pulso. Ha superado muchos estereotipos; entre otros, estos: que era un “profesor” al que nadie le entendería (véase el encuentro con niños de primera comunión); que estaría encerrado en el Vaticano (24 viajes internacionales); que carecía de carisma para la juventud (tres Jornadas Mundiales de la Juventud con récord de asistencias); que era poco dialogante con otras religiones (ha llevado a nuevos niveles las relaciones con hebreos y musulmanes); y también poco abierto intelectualmente (ningún Papa antes había merecido tanta atención por parte de intelectuales no cristianos).
“Benedicto XVI ha sido al final un Papa muy querido, pero también −no lo podemos olvidar− muy insultado. Con la clase que le caracteriza, no tuvo ni una palabra de reproche ni tan siquiera de suave recriminación, a pesar de que motivos no le faltaban. También fue víctima de algunas meteduras de pata e insuficiencias por parte de sus colaboradores, a las que tuvo que hacer frente personalmente. No puede ser que se vaya sin que nadie le pida públicamente perdón”.
Pues así se fue… sin que nadie le pidiera perdón y completamente tranquilo, pues está muy por encima de las tonterías que dicen algunos.