Dos posturas ante la vida
En mi artículo de hace pocos días titulado: “La cultura de la tristeza”,
describía algunos síntomas del deterioro en nuestra cultura posmoderna y
terminaba afirmando: Tenemos muchos años buscando remedios para superar nuestra
infelicidad, pero la falta de Dios no se resuelve con Prozac.
El único
remedio verdadero está en la posibilidad de conocer a un Dios que es Padre y nos
ama tanto, que nos envió a su Hijo para que podamos ser felices por siempre. He
aquí uno de los grandes secretos de la felicidad que nos propone el
cristianismo: la humildad como virtud para valorarnos con objetividad.
Feliz
Navidad es mucho más que una frase bonita… es, en definitiva, lo que le da el
verdadero sentido a nuestras vidas.
Ante tales afirmaciones, un lector
escribió el siguiente comentario: “Qué manera de destrozar una gran primera
parte de texto con una desafortunada segunda parte. En fin, prometía mucho hasta
que llegó el antepenúltimo párrafo, lamentable”.
He de reconocer que en esta
crítica su autor demostró una gran capacidad de síntesis. Se nota que es una
persona clara y directa y, además, sabe disentir sin ofender a quien piensa de
forma distinta a la suya. Así da gusto confrontar ideas. Creo que es un ejemplo
a seguir para muchos de nosotros.
Me atrevo a pensar que estamos
presenciando las dos principales posturas ante la vida: La de quienes tenemos fe
en la existencia de un Dios que se relaciona con los seres humanos, y la de
quienes, o niegan la existencia de Dios, o de quienes, aun aceptando que exista
un Creador, niegan que podamos relacionarnos con él.
El asunto no es de poca
importancia, pues no plantea una partida de ajedrez entre dos jugadores que se
someten ante las mismas reglas, sino la de dos jugadores, uno de los cuales es
ajedrecista y el otro juega a las damas chinas; los dos sobre el mismo tablero.
Más aún, las posturas del ateo y del agnóstico son comparables a la de un
barco que tiene ante sí un fin abrupto porque se le acaba el mar, como lo
imaginaban en la antigüedad cuando muchos pensaban que la Tierra era plana. Una
vida que termina sin algo después de ella no considero que valga la pena.
Por
otra parte, en una nota de “La Jornada” fechada el 3 de enero del 2013 dice: La
académica Emilia Lucio, de la Facultad de Sicología de la Universidad Nacional
Autónoma de México, indicó ayer que el suicidio se ubica actualmente como la
tercera causa de muerte entre los jóvenes, sólo por detrás de los accidentes
automovilísticos y el cáncer.
Y continúa afirmando: Durante las tres décadas
pasadas y como componente ineludible del modelo político-económico que impera,
la convivencia social y la solidaridad han sido suplantadas por una lógica
tecnocrática, individualista y eficientista, que preconiza la supervivencia del
fuerte y la aniquilación del débil, y que postula la eliminación de todo aquello
que pueda obstaculizar la búsqueda y maximización de ganancias inmediatas,
incluyendo los principios morales, el espíritu cívico y la dignidad humana.
Como es evidente, nuestros errores están provocando terribles consecuencias.