Síndrome de Aislamiento Acompañado
Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez
Entró un hombre a un establecimiento de artículos
fotográficos, y al primer empleado que vio le dijo: ¿Sabe? Mi esposa y yo
tenemos 28 años de casados, y la verdad es que desde el principio tuvimos
algunos problemas, pero suponíamos que eran normales. A mí siempre me pareció
que su familia se metía más de lo debido en nuestras vidas, y no respetaban la
sana y normal privacidad de la nuestra. Después vinieron los hijos, y nuestros
problemas no desaparecieron, pues conforme los niños fueron creciendo,
aumentaron nuestras diferencias sobre todo en lo tocante a su educación, pues
ella me acusaba de ser muy transigente y a mí me parecía que ella era demasiado
estricta. Por esto, y mil motivos más, se fue abriendo un distanciamiento cada
vez más grande entre nosotros…
Aprovechando una de esas pausas necesarias
para pasar un poco de saliva, el vendedor de la tienda lo interrumpió diciendo:
Perdone Señor, pero la verdad no entiendo por qué me está usted contando todo
esto. Este es un negocio de artículos fotográficos. A lo que el cliente
respondió: Es que en el aparador hay un letrero que dice: “Revele su rollo”
Cada día aumenta el número de quienes padecen el Síndrome de Aislamiento
Acompañado. Es decir, esa situación que se da en quienes, a pesar de vivir
rodeados de familiares, vecinos y compañeros, se encuentran privados de un
auténtico cariño y de la comprensión, manifestados en el interés por esas
preocupaciones grandes y pequeñas que todos tenemos.
Pasando a otro tema, el
de los agujeros negros del espacio sideral, que según dicen, son fenómenos
producidos por astros inmensamente más grandes que nuestro sol. Los cuales, por
su enorme masa y su lógica fuerza de gravedad, se chupan todo lo que tienen
“cerca”.
La capacidad de atracción de los agujeros negros es tan fuerte que
ni siquiera la luz puede escapar de ellos. Estando así las cosas, pienso que
parte del problema del “Síndrome de Aislamiento Acompañado” se debe a que hay
muchas personas con complejo de agujeros negros, provocado por un egoísmo
monumental que se enfoca a absorber a los demás.
El remedio para este mal
epidémico resulta sencillo, pero a la vez, sumamente difícil, pues consiste en
erradicar el cochino egoísmo, y esto debe comenzar, lógicamente, a nivel
matrimonial pues son los padres quienes han de crear escuela dentro del hogar,
comenzando por el amor entre ellos, preocupándose por sus grandes y pequeños
trabajos, realidades, problemas, sentimientos e ilusiones. Querer a alguien, sin
demostrarle interés por lo que lleva en su corazón, es no quererlo.
El
secreto está en oír a los demás escuchando lo que nos dicen, tratar de entender
sus razones, pero como ellos ven esas realidades, y si no estamos de acuerdo con
sus puntos de vista, podemos exponer nuestros motivos, y en último caso, saber
ceder. Es impresionante lo que se puede ganar cuando estamos dispuestos a
perder.