¿Un soldado en cada hijo?

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

Oh cuán decepcionados podrían sentirse nuestros queridos compositores del Himno Nacional, Don Francisco González Bocanegra y Don Jaime Nunó, como tantos otros, quienes habiendo amado a nuestra patria hasta dar la vida por ella, si pudieran observar nuestra falta de interés patriótico.
Cada hombre forma parte de una comunidad denominada nación o patria. La Patria hace referencia a la casa paterna o tierra de los padres, la cual por principio merece ser amada y con la cual debe nacer el deseo de colaborar en su desarrollo y, eventualmente, la necesidad de defenderla. El patriotismo supone, pues, derechos y obligaciones para gobernantes y gobernados.
Entre los deberes de los gobernados destacan: 1) Aceptar, respetar y honrar a las autoridades, 2) Obedecer a la autoridad civil en todo lo que es justo y conforme a las leyes respetuosas de la dignidad del ser humano. 3) Contribuir a los gastos del Estado mediante el pago de impuestos. 4) Ejercer lealmente los derechos consagrados en la Constitución del Estado, particularmente el derecho al voto para elegir a los gobernantes, y dando seguimiento a su gestión.
Deberes de los gobernantes: 1) Proteger a los gobernados en sus vidas, propiedades, libertad y honor. 2) Impartir justicia a todos, sin hacer acepción de personas. 3) Establecer un orden jurídico que garantice la seguridad y la paz. 4) Respetar y hacer respetar la moral pública y las buenas costumbres en el ámbito de su competencia. 5) Confiar las funciones públicas, los cargos y empleos sólo a personas de probada solvencia moral, y demostrar competencia profesional. 6) Favorecer las obras de beneficencia, las funciones de utilidad pública para la asistencia de los más necesitados y la educación de todos. Así como promover la ayuda subsidiaria. 7) La función del gobierno se extiende a todo y sólo a su fin propio que es la promoción y conservación del bien común.
Quienes ejercen la autoridad son “servidores públicos” contratados por la ciudadanía para trabajar en favor de ella. El ejercicio de la autoridad debe estar siempre al servicio de la libertad y de la responsabilidad en las que deben ejercitarse cada uno de los individuos de la comunidad.
El derecho y deber de la crítica “justa” podrá o deberá ejercitarse cuando no sea respetada la dignidad de las personas o el bien de la comunidad, sin perder de vista que la autoridad no ha de cumplir con el deseo, criterio o capricho de cada ciudadano, ni de cada profesionista de los medios de comunicación, pues ello llevaría al caos más grande que sería la ingobernabilidad. Son casos de corrupción: el tráfico de influencias, el mal uso del gasto público, la discriminación, el nepotismo, la compra de resoluciones judiciales o administrativas. También el soborno, del cual han de abstenerse los ciudadanos como algo gravemente injusto por corromper a las autoridades, y la extorsión en cuanto que es la misma autoridad la que exige dinero o servicios para permitir el ejercicio de los derechos y deberes.