Me declaro incompetente

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

Los sacerdotes no debemos meternos en política, pues así lo disponen el Código de Derecho Canónico y las leyes civiles. Por si esto fuera poco, en estos temas me declaro incompetente por simple ignorancia.
Sin embargo, es un hecho que estamos en una época de gran efervescencia partidista. Dejando a un lado lo que hasta hoy ha sucedido, y el posible devenir, prefiero optar por una actitud optimista pensando en un futuro mejor para mi país y para el mundo entero.
Dentro de las múltiples actividades humanas, donde se produce la interacción personal, podemos crear un ambiente lodoso en el cual quien trata de salpicar a los demás termina ensuciándose a sí mismo. Hay quienes afirman que algunos lodos tienen propiedades curativas y cosméticas positivas. Yo no comulgo con dicha idea.
Por mi parte, me limitaré a hacer alguna breve divagación sobre una obra musical. Me refiero al famoso Bolero de Ravel. Obra que desde su primera presentación tuvo un gran éxito. De hecho, es una de las sinfonías más interpretadas por las mejores orquestas de todo el mundo. La melodía no podría ser más simple y pegajosa, pero su encanto, según mi opinión, consiste en la forma como se van anexando los diversos instrumentos conforme se repiten los compases, lo cual produce un enriquecimiento progresivo que desemboca en lo majestuoso.
Hace años recuerdo cómo un amigo, quien era un personaje político me hablaba de una actitud positiva -y muy efectiva- que solemos expresar con el famoso “ganar-ganar”. Tristemente, cuando años después lo escuché en una intervención, me sentí decepcionado al constatar que su modo de argumentar se había canteado al extremo de atacar con desprecio a quienes no pensaban como él… ¡Qué pena me dio! ¡Le habían enseñado a odiar!
Si fijamos nuestra atención en tantos pueblos que perdieron guerras devastadoras, y ahora son potencias económicas y culturales, podemos descubrir un espíritu de cuerpo, es decir: los empresarios, los trabajadores, los políticos y los educadores supieron enfocar sus grandes esfuerzos hacia una causa común en beneficio de todos, pero al mismo tiempo, presupuestando el sacrificio de todos. He aquí el gran secreto de su éxito.
Habemos países sumamente ricos en recursos naturales y donde sobra ingenio entre los pobladores. Pero también es cierto que la falta de constancia y de solidaridad, junto a las decepciones por corrupción y la presión que la delincuencia ejerce sobre la gente honrada, está frenando el empuje deseado, pero estas lacras no se pueden vencer abandonando la lucha, sino sumando esfuerzos para que la presión de la gente buena supere a los traidores.
Dios quiera que nosotros sepamos interpretar nuestro propio bolero sabiendo que un buen músico, independientemente del instrumento que toque, debe dedicar muchas “muchas” horas para dominar su partitura trabajando en equipo con los demás bajo una misma batuta.