Si yo fuera marciano
Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez
Si yo fuera un marciano que acabara de llegar a la Tierra
y tratara de saber cómo funciona la vida en este planeta, probablemente me
dedicaría a leer los diarios en las ediciones correspondientes a los últimos
días de cada año para encontrar los resúmenes noticiosos.
Sin embargo, al
proceder de esta manera tan lógica, lo único que conseguiría sería hacerme con
una visión tan negativa como inexacta de lo que hacemos los terrícolas día con
día, pues la inmensa mayoría de las notas periodísticas suelen dedicarse a los
enfrentamientos ideológicos y bélicos, como a sus consecuencias, que tanto los
culpables como los inocentes han de sufrir: guerras, masacres, hambre,
asesinatos; en una palabra... violencia. Tal pareciera que las únicas noticias
dignas de aparecer en la prensa fueran las negativas.
Indudablemente; todo
eso existe, pues a pesar de encontrarnos en el siglo XXI de la era cristiana,
los hombres no terminamos de entender que deberíamos comportarnos como seres
humanos, y muchas veces lo hacemos como bestias inteligentes. (Sólo un ser
inteligente es capaz de fabricar las armas que tenemos, y sólo una bestia es
capaz de usarlas como algunos lo hacen).
Sería una muestra de gran ingenuidad
el intento de catalogar a los hombres en buenos y malos, pues siendo sinceros,
¿no ha sentido usted alguna vez el deseo de darle de martillazos a quien lo ha
ofendido o de grabar con un hierro al rojo vivo a su hijo en el muslo izquierdo
con un letrero que diga “debo estudiar todas las tardes”, cuando le entrega la
boleta de calificaciones en la que aparecen seis, sí, seis materias reprobadas?
Claro está que ante ese tipo de tentaciones solemos detenernos… ¡Menos mal!
Pero por otra parte, no todo en este mundo tiene ese pútrido olor que
caracteriza a las pasiones desenfrenadas, sino todo lo contrario; puesto que en
nuestras vidas solemos encontrar más frecuentemente la fragancia del deber
cumplido, de la comprensión, del trabajo fecundo y creador, de la paciencia y
del amor.
Un ejemplo de ello lo tengo en las manos: Es un periódico de una
universidad que, como muchas otras publicaciones académicas en el mundo entero,
nos hablan del trabajo de investigación de muchos jóvenes en colaboración con
sus profesores, tanto dentro como fuera de las aulas. También aparecen labores
sociales de voluntarios que se preocupan de mejorar las circunstancias de gente
pobre, enfermos, y desvalidos. Aparecen noticias sobre el intercambio de
conocimientos y experiencias con otras casas de estudios y demás instituciones
en favor del hombre y de la naturaleza.
Probablemente la lectura de este tipo
de informativos no sea tan interesante como la de los periódicos comerciales;
pero resulta reconfortante asomarse de vez en cuando a esas manifestaciones
donde se ve que la humanidad todavía tiene grandes motivos de esperanza.
Gracias muchachos por darnos estas lecciones y, por favor no se hagan adultos;
por lo menos, no de acuerdo a nuestra equivocada forma de entender la madurez.