Señores Ministros: Les tengo miedo

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

Señores Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: Me permito hacer de su conocimiento que desde hace pocos meses les tengo miedo. Sé que esto les causará risa, pero quizás no mucha, si piensan y descubren, que conmigo somos muchos los mexicanos que les tenemos miedo. Sí, a ustedes. ¿Por qué?
Me ha tocado vivir en esta maravillosa, o espantosa, época –como cada quien quiera verla– y en los últimos 20 años he vivido en Monterrey, Torreón, Ciudad de Chihuahua y Ciudad Juárez. Por motivos de mi labor pastoral, ocasionalmente tengo que salir muy noche, o de madrugada, por las calles de estas ciudades. La verdad es que en muy pocos momentos he sentido miedo, a pesar de que en varias ocasiones he asistido a heridos y muertos a causa de la violencia que padecemos.
Escucho a la gente que me dice que ya no saben a quién tenerle más miedo, si a los narcos, o a las autoridades, pues todos son delincuentes. Sé, porque me consta, que no todas las autoridades están corrompidas. Conozco auténticos patriotas entre las filas de los soldados y policías, pero entiendo la forma de pensar de tanta gente honrada y pacífica cuando me hablan de sus temores.
Como se los dije en mi artículo de la semana pasada, sé que ustedes sólo suelen interesarse por la coherencia de los diversos niveles legales para que estén en concordancia con la Constitución pero, insisto, no pierdan de vista que dichas leyes han sido emanadas por simples y falibles hombres que emiten normas imperfectas; las cuales pueden llegar a ser exterminadoras del ser humano, aunque sean afines entre ellas.
Esta vez perdió la mayoría, según las reglas del juego. Pero el problema mayor es que ustedes no han sabido entender razones y, cuando los médicos les demuestran -con hechos- la existencia de seres humanos todavía no nacidos, simplemente no aceptan esas evidencias afirmando que son “razonamientos morales o religiosos”. A eso se le llama “jugar sucio”.
Para ocupar los cargos que tienen es indispensable capacidad para oír y entender. Y ustedes no saben hacerlo. Lo más grave de todo esto es que tienen una autoridad fundamental en este tema. ¡Cuando los enemigos los tenemos dentro: Qué terrible asunto!
Lo peor de todo esto es que estamos en las manos de gente a la que le importa más la letra de las leyes que las personas a las que deben proteger. Con esas acciones el miedo a los corruptos ahora va de la mano del que les tenemos a personas, muy bien vestidas, que están a favor de la cultura de la muerte, “porque no lo prohíbe la Constitución”; y en vez de estudiarla y proponer que se hagan las reformas necesarias para proteger la vida del “nasciturus”, sin importar su grado de desarrollo biológico, están procurando que en nuestro país se legalice el crimen de inocentes con todas las agravantes.
¿Será cierto que ustedes no pueden entender esto? ¿Hasta dónde nos van a llevar con esa forma de pensar? Sí, miedo… ¡Tengo mucho miedo al fuego amigo!