Tengo una tía “muy católica”

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Cuentan que durante la guerra de los Cristeros, cuando el gobierno de Calles persiguió a muerte a la Iglesia, las misas se celebraban clandestinamente y los vecinos se pasaban la voz cada vez que llegaba un sacerdote -vestido de paisano- al pueblo. En un pueblo esperaban al presbítero que llegaría ese fin de semana. Los catequistas tenían todo preparado para los bautizos y demás sacramentos, y para tal ocasión consiguieron un viejo granero lo suficientemente amplio para albergar unos cientos de fieles.
Aquel domingo por la mañana el viejo granero estaba totalmente lleno con una gran cantidad de fieles. Las 600 personas que estaban reunidas esperando el inicio de la celebración se sobrecogieron al ver a dos hombres entrar vestidos con uniforme militar y armados. Uno de los hombres dijo: "El que se atreva a recibir un tiro por Cristo, quédese donde está. Las puertas estarán abiertas sólo cinco minutos". Inmediatamente el coro se levantó y se fue. Los diáconos también se fueron al igual que gran parte de la feligresía. De las 600 personas sólo quedaron 20. El militar que había hablado miró al sacerdote y le dijo: "Adelante, padre, yo también soy cristiano y ya me deshice de los hipócritas. Continúe con la celebración".
No cabe duda que la diferencia entre ser católico y ser un católico coherente es muy grande.
En mi opinión personal la frase “muy católico” me parece poco afortunada me suena como “demasiado católico”. Creo que es más propio afirmar que alguien es un buen católico, entendiendo que realmente tiene como centro de su vida a Dios y, por lo mismo, se esfuerza en ser un estupendo marido o esposa, padre, trabajador, amigo, vecino…
Claro está que se puede exagerar en la práctica de devociones piadosas descuidando las obligaciones profesionales y familiares, lo cual supone un desorden que podría incluso ser grave. Pero, por otra parte, nunca podemos exagerar en el amor a Dios. El ejercicio de la fe ha de armonizar virtudes tan básicas como la justicia, la prudencia y la responsabilidad.
Acabo de recibir un correo donde leí: Ir a la iglesia no te hace más cristiano, así como pararte en una cochera no te convierte en coche. Estoy plenamente convencido de la importancia de asistir a las diferentes celebraciones litúrgicas, especialmente para recibir los Sacramentos, pero concuerdo con esta frase.
Ser cristiano es un privilegio, y también una responsabilidad, que muy pocos han sabido valorar. El Papa Juan Pablo II dijo en la Jornada Mundial de la Juventud en el año 2000: “Si sois lo que tenéis que ser, prenderéis fuego al mundo entero”.
San Josemaría Escrivá dice: Muchos cristianos han perdido el convencimiento de que la integridad de vida, reclamada por el Señor a sus hijos, exige un auténtico cuidado en realizar sus propias tareas, que han de santificar, descendiendo hasta los pormenores más pequeños.
No cabe duda que estas ideas son todo un programa de vida.