Lo peor de nosotros

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

En estos días nos encontramos en varios estados de nuestro país ante las consecuencias del Huracán Alex, con pérdidas humanas y económicas incalculables. Esto ha afectado a individuos, familias y negocios, amén de las infraestructuras de ciudades, poblados de todos los tamaños y del campo. Sólo Dios sabe los esfuerzos que les habrán costado conseguir lo que en pocas horas se perdió.

Junto con ello está la afectación a varios millones de personas de forma directa y así será durante mucho tiempo.

Las fotografías no mienten; los daños son enormes y el tiempo que se requerirá para reponerse será mucho. Sin embargo, si comparamos nuestras imágenes gráficas con las que aparecen en los libros de historia y en los documentales filmados al término de la Segunda Guerra Mundial en ciudades como: Berlín, Londres, Viena, al igual que en Hiroshima, Nagasaki y muchas más, es decir ciudades que quedaron absolutamente destruidas, la diferencia es abismal. Nos encontramos, pues, ante retos que son superables y que pondrán a prueba nuestra capacidad de crecer y mejorar.

En ciudades como Monterrey, donde en los últimos años el tráfico vehicular se ha ido complicando y es cada día más agresivo, esto puede llegar a ser peligroso. No cabe duda, ante estas circunstancias está apareciendo lo peor y lo mejor de cada uno de nosotros. Nuestros hábitos de traslado se están viendo alterados con la consiguiente problemática de la pérdida de tiempo en los trabajos y el desgaste emocional que afecta el ambiente familiar, y todo ello se complicará aún más cuando se reanuden las clases escolares.

Si de suyo es importante ceder el paso a las ambulancias y vehículos de emergencia, ahora lo será más, dado que los tiempos de traslado de heridos y enfermos pueden hacerse más largos y, por lo mismo, más peligrosos. De ahora en adelante el uso de los automóviles convendrá racionalizarlo más. En lo posible convendrá evitarlo, entiéndase: todo lo que la prudencia nos dicte.

Lo peor que podemos hacer es desanimarnos. Las labores de limpieza han comenzado de forma inmediata y, en algunos casos, también las de reconstrucción. La situación reclama de nosotros el ejercicio de virtudes como solidaridad, generosidad, paciencia, respeto a los demás, fortaleza, optimismo y muchas más.

Vale la pena citar a Frank Outlaw cuando nos dice: Vigila tus pensamientos porque se volverán palabras. Vigila tus palabras porque se volverán actos. Vigila tus actos porque se harán costumbres. Vigila tus costumbres porque forjarán tu carácter. Vigila tu carácter porque formará tu destino… y tu destino será tu vida.

Otro gran pensador, Séneca, nos recuerda: Dominarse a sí mismo es el mayor de los imperios. Es aquí, pues, donde debemos comenzar a construir o reconstruir.