Experiencia y…

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez

 

 

El texto que copio en estas líneas fue escrito por un candidato en una selección de personal en la empresa Volkswagen. Esta persona fue aceptada y su texto está recorriendo el mundo por Internet gracias a su creatividad y sensibilidad.

Ya hice cosquillas a mi hermana sólo para que dejara de llorar. Ya me quemé jugando con una vela. Ya hice un globo con el chicle y se me pegó en toda la cara.

Ya hablé con el espejo. Ya jugué a ser brujo. Ya quise ser astronauta, violinista, mago cazador y trapecista. Ya me escondí detrás de la cortina y dejé asomados los pies defuera.

Ya corrí a contestar el teléfono. Ya estuve bajo la ducha hasta hacerme pis. Ya robé un beso, confundí los sentimientos, tomé un camino errado y sigo andando en lo desconocido.

Ya raspé el fondo de la olla donde se cocina la comida que más me gustaba. Ya me corté al rasurarme de prisa, y lloré al escuchar determinada música en el autobús. Ya traté de dejar de lado a algunas personas y descubrí que son las muy difíciles de olvidar. Ya subí a escondidas a la azotea para agarrar estrellas. Ya subí a un árbol para robar fruta y me caí por una escalera.

Ya hice juramentos eternos; escribí el muro de la escuela y lloré sentado solo en el piso del baño por lo que en ese momento me parecía lo más importante del mundo. Ya huí de mi casa para siempre…, y volví antes de llegara la noche. Ya corrí para no dejar a alguien llorando. Ya me quedé solo en medio de mil personas sintiendo la falta de una sola. 

Ya vi ponerse el sol y cambiar su brillo al rosado y al anaranjado. Ya me tiré a la piscina y no quise salir más. Ya tomé whisky hasta sentir mis labios dormidos. Ya miré la ciudad desde arriba y ni aún así encontré mi lugar.

Ya sentí miedo de la oscuridad. Ya temblé por los nervios. Ya casi morí de amor y renací nuevamente para ver la sonrisa de alguien especial. Ya desperté en medio de la noche y sentí miedo de levantarme.

Ya aposté a correr descalzo por la calle, grité de felicidad, robé rosas en un enorme jardín. Ya me enamoré y creí que era para siempre, pero resultó un para siempre por la mitad. Ya me acosté en el pasto hasta la madrugada y vi cambiar la luna por el sol. Ya lloré al ver amigos partir y luego descubrí que llegaron otros nuevos y que la vida es un ir y venir permanente.

¡Fueron tantas cosas que hice, tantos momentos fotografiados por la lente de la emoción y guardados en ese baúl llamado corazón!

Ahora un formulario del departamento de personal me pregunta desde el papel: ¿Cuál es su experiencia? Esa pregunta hizo eco en mi cerebro: experiencia... experiencia... ¿Será que cultivar sonrisas es experiencia? No, tal vez ellos no saben todavía ver los sueños.

Ahora me gustaría preguntarle al que redactó el formulario: ¿Experiencia? ¿Quién la tiene, si a cada momento todo se renueva?

Desafortunadamente doy un giro a este sugestivo texto y aprovechando estas líneas yo también quisiera compartir dos experiencias aunque, éstas, negativas, y que tristemente he comprobado a lo largo ya de muchos años: Quienes manejan el control demográfico también manejan el control demagógico. Y segunda: Cuando el criterio de fondo es el económico no hay argumento que valga. Resulta triste ver que a quienes menos tienen, y por ello acuden a los servicios médicos oficiales, se les maneje como animales de granja… “respetando su libertad”, por supuesto.