El pecado es del pasado

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

El Papa Pablo VI firmó: “El hombre contemporáneo experimenta la amenaza de la impasibilidad espiritual e, incluso, de la muerte de la conciencia; y esta muerte es aún más profunda que el pecado: es la muerte del sentido de pecado”.

Cuando el ser humano pierde la capacidad de reconocer sus errores, y por lo mismo se niega a pedir perdón, se estanca en la imposibilidad de corregirse. Aceptar nuestras faltas no sólo es una muestra de humildad, sino también de sentido común.

Es difícil saber si en algunas personas ha ido desapareciendo la idea del pecado por la ausencia de Dios, o al revés, si el olvido de Dios se debe a la no aceptación del pecado en un afán de hacer desaparecer “el complejo de culpa” que tanto les molesta.

Para quienes quieren aprovechar el Sacramento de la Confesión anoto aquí un examen de conciencia:

¿He negado o dudado de las verdades de la fe católica?

¿He puesto en peligro mi fe?

¿Me he dejado llevar por supersticiones? ¿He consultado a adivinos?

¿He jurado en nombre de Dios sin necesidad? ¿Cumplí las promesas que hice?

¿He comulgado alguna vez con conciencia o con duda de pecado mortal?

¿Cuido el ayuno eucarístico de una hora?

¿He faltado a Misa los domingos o días de precepto por mi culpa?

¿He callado a propósito en la confesión algún pecado mortal?

¿He sido irrespetuoso(a) con mis padres, familiares o superiores?

¿Atiendo bien mi hogar y me preocupo del bien material y espiritual de mi esposo(a) y de mis hijos?

¿He dado mal ejemplo con mi comportamiento?

¿He ayudado o inclinado a los demás a cometer algún pecado?

¿Corrijo con enojo o injustamente a mis hijos o a otras personas?

¿He peleado, contestado mal u ofendido con palabras a mi prójimo?

¿He guardado rencor?

¿Me he sentido por soberbia cuando no me toman en cuenta o no valoran lo que hago?

¿Me he desentendido por egoísmo de los problemas de los demás?

¿Descuidé mis deberes familiares o cívicos?

¿Me he embriagado? ¿He animado a otros a hacerlo?

¿He realizado actos impuros, yo solo o con otras personas?

¿He aceptado pensamientos o miradas obscenas?

¿Me he puesto voluntariamente en peligro de pecar. Por ejemplo viendo fotografías, películas y televisión, o leyendo revistas y novelas inmorales?

¿He usado pastillas u otros medios ilícitos para evitar los hijos sabiendo que van contra la ley natural?

¿He tomado o retenido dinero o cosas que no son mías?

¿He dicho mentiras? ¿Con algunas de ellas he perjudicado a otros?

¿He hablado o pensado mal de otros?

¿Levanté falsos testimonios contra alguien?

¿He dejado de ayudar a la Iglesia en sus necesidades?

¿Ayudo a los demás según mis posibilidades?

¿He malgastado el dinero en cosas innecesarias?

¿He tenido envidias? ¿He sido orgulloso? ¿Desprecié a otros?

¿Me dejé llevar por la flojera sin darme cuenta de que es uno de los vicios capitales?

¿Trabajo con cuidado y responsabilidad y soy puntual con mis horarios?

¿Me he dejado arrastrar por la envidia?

(En la medida de lo posible, se deberá decir el número de veces que se han cometido los pecados graves)