¿Si soy feliz?

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Alguna vez podemos preguntarnos si somos felices. Partiendo de la idea de que la felicidad absoluta y perfecta es imposible en esta vida, habremos de cuestionarnos si somos todo lo felices que se puede ser. En mi caso me atrevería a decir que sí. Es cierto que muchas cosas que veo en el mundo no me gustan, al igual que mis propios defectos, y pensando en todo ello llego a conclusiones como éstas:

Ser el amo y señor de mi propia existencia debe tener sus ventajas; sin embargo, vivo feliz creyendo en un Dios del que dependo para todo, sabiéndome, además, amado por Él. Existir dentro del género humano participando del sexo femenino estoy convencido que ha de ser maravilloso, pero me siento muy satisfecho de ser hombre (sexo masculino).

Haber nacido en naciones como Alemania, Francia, Japón o Rusia, sin duda ha de producir un sano orgullo, pero yo disfruto -y mucho- de ser mexicano. Pensar, creer y vivir de acuerdo a diversas religiones ha de traer consigo grandes beneficios, pero estoy plenamente convencido de que la única religión verdadera es la católica.

Crear mi propia filosofía y cultura quizás me permitiría ver la realidad adaptándola a mis gustos y caprichos personales. Aun así prefiero aceptar como reglas de conducta los diez mandamientos que Dios le entregó a Moisés y en los que reconozco el resumen de la ley que traigo impresa en mi naturaleza. Quizás esto no me permita ser muy original, pero no veo por qué la “originalidad” ha de ser el criterio que rija la moralidad de mis actos y pensamientos.

Vivo rodeado de personas defectuosas como yo, con esquemas mentales, gustos y costumbres distintos a los míos y, sin embargo, disfruto la diversidad de los seres humanos. Considero, aunque a veces esto me disgusta y me incomoda, que dentro de ello la libertad personal está jugando un papel de gran importancia y soy consciente del respeto con el que debo respaldar la libertad de los demás, exigiendo que se me respete la mía.

Formar mi propia familia a través del matrimonio y la paternidad hubiera sido algo maravilloso… claro está que con sus más y sus menos, pero ser sacerdote y ejercer el ministerio me ha dado, a lo largo de muchos años, alegrías y compensaciones que difícilmente se pueden superar en otras circunstancias.

Por si todo esto fuera poco, le doy gracias a Dios por ser sacerdote del Opus Dei y por la gracia de haber conocido a su fundador: San Josemaría Escrivá canonizado el 6 de octubre del 2002.

También le agradezco a Dios que pueda mantener la capacidad de asombro para disfrutar tantas maravillas que hay en el mundo, entre ellas, la amistad de tanta gente.