Razones para ser ateo

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Resulta claro que si soy perro, veré las cosas como perro, si soy águila las veré desde lo alto, y si soy lombriz, simplemente no las veré. Así pues, cuando alguien afirma que la realidad es sólo lo material, rechazando la existencia del nivel espiritual, necesariamente tendrá una visión incompleta del hombre, y por supuesto negará a Dios.

Otra postura muy extendida de la reciente crítica religiosa argumenta que el estudio sobre Dios no sería falso, sino simplemente desprovisto de sentido. Dicho en otras palabras: aunque Dios exista, estudiar religión no sirve para nada.

Para otros, un Dios que les es impuesto por sus padres y que, en su providencia todo lo sabe y dispone, que los corrige y castiga, les resulta como un obstáculo a la libertad y a la autonomía de decisión del ser humano, y por lo tanto lo niegan, pues les resulta incómodo.

Nietzsche -que tanta influencia ejerció sobre Adolfo Hitler en la realización de la Segunda Guerra Mundial- afirmaba que “la muerte de Dios significa la liberación del hombre”. Esta idea nos ayuda a entender el odio que los nazis tenían a toda religión que no fuera la de adorar al hombre de raza superior, el cual tenía el derecho y la obligación de dominar la tierra, exterminando a los inferiores.

Otra posibilidad de negar la existencia de Dios, obedece al predominio que tengan los sentimientos en nuestras vidas, haciendo depender de ellos gran parte de nuestras decisiones. Así pues, quien “siente a Dios” lo acepta, y quien “no lo siente”, lo niega, como si la religión dependiera de la emotividad.

Si el ateísmo está impregnado de ideales políticos, puede dar como resultado ideologías tan nefastas como el nazismo; si en cambio, los ideales de los hombres son puramente económicos, puede producir economías neo-liberales o marxistas, basadas en la explotación de los pobres por los poderosos o por los gobernantes, sin más límite que sus ambiciones. Por otra parte, si el ateísmo simplemente carece de ideales, y se presenta como el punto de partida para ejercitar una libertad sin fronteras morales, producirá la degradación del hombre que terminará siendo presa del placer, y por lo tanto, como el más peligroso y peor de los animales: “animal inteligente”.

En contra de todo lo anterior, podemos plantearnos el descubrir -por medio de la razón- a un Dios que teniendo todas las perfecciones, me ha creado para compartir conmigo su felicidad, poniendo en mi naturaleza su ley, para poder conocer cómo debo portarme, y así vivir entre mis iguales favoreciendo su desarrollo junto con el mío, mientras los amo, con amor de calidad, y todo ello porque me da la gana, esto es, usando la libertad que ese Dios me ha regalado. Por otra parte, este planteamiento me presenta al hombre como un ser perfectible, en contraposición del ateismo que es eminentemente pesimista.

La decisión en este tema es absolutamente personal… y de grandes consecuencias.