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Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

La XVII Conferencia Internacional sobre el SIDA que se llevó a cabo del 3 al 8 de agosto en la Ciudad de México, y que contó con la participación de más de 20 mil personas de diversas culturas fue una muestra más de cómo los “especialistas” no se acaban de poner de acuerdo en los aspectos más importantes sobre uno de los peores males que está sufriendo o, que “le estamos haciendo sufrir” a la humanidad.

Estudiar dicha problemática -por poner un ejemplo concreto- desde el punto de vista de cómo evitar que una persona portadora del VIH contagie a otras, mientras siga teniendo relaciones sexuales, es tan absurdo como mejorar el sistema de frenos de un automóvil potente -que será conducido por alcohólicos- para que no sufran accidentes. Está claro que el único auto eficaz para la prevención de accidentes es el auto-dominio y esto se aplica también al asunto de esta mortal enfermedad.

La propagación del SIDA tiene muchas causas como son: la abundancia y facilidad de la pornografía; el libertinaje sexual; la falta de formación de hábitos como el respeto a sí mismo y a los demás, el pudor, la moderación, etc., que se han de formar en el hogar desde la más tierna infancia; los intereses económicos de los fabricantes de preservativos; la cobardía de muchos padres de familia al no tocar los temas de sexualidad con criterio, y otros más. Quienes no han entendido esto suelen afirmar, de forma mentirosa e hipócrita, que les preocupa el futuro de los niños y los jóvenes.

En un interesante estudio titulado: The Pornography Plague, de Kerby Anderson. Sobre los efectos de la pornografía dice: “En un sentido más general, la pornografía tiene un efecto perjudicial en las actitudes públicas sobre las relaciones sexuales. Las desvaloriza sacándolas del contexto matrimonial y despojándolas de toda conexión emocional. Fomenta una perspectiva de las relaciones sexuales que resulta informal, impersonal y a veces violenta.

“La pornografía es responsable de divulgar la mentira de que las mujeres están disponibles instantáneamente para satisfacer las exigencias sexuales de los hombres. En la mayoría de los casos, presenta a las mujeres como objetos sin inteligencia que sólo existen para cumplir los caprichos sexuales de los hombres”.

Metamos en una olla express: instintos incontrolados; más pornografía; más falta de formación de hábitos como la templanza; más libertinaje sexual; más tendencias antinaturales; más reparto indiscriminado de preservativos; más una información amoral sobre los aspectos puramente fisiológicos y anatómicos de los órganos sexuales… ¿y así quieren acabar con el SIDA? ¡Por favor señores: No sean ingenuos! ¿Para quiénes están trabajando?