¿Es mía mi vida?

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez 

 

 

Cuando éramos adolescentes, los que ya no lo somos, hicimos los planos de nuestra vida con espacios para las habitaciones principales, los pasillos, las ventanas y puertas y hasta las áreas más pequeñas. Pero luego resultó que otros comenzaron a levantar paredes sobre nuestro terreno y a tirar lo que nosotros íbamos construyendo o simplemente nos obstaculizaban para no poder trabajar como queríamos, de tal forma que, con el paso de los años, nuestra vida no es como nosotros queríamos. Además, los materiales de nuestros sueños se elevaron mucho de precio, así pues, lo que habíamos diseñado como un pequeño palacio tiene aspecto de casa de interés social.

Y cuando echamos un vistazo al mundo externo tenemos motivos para preguntarnos: ¿Quién alteró las etapas de la vida? Han disminuido la infancia casi hasta hacerla desaparecer. La adolescencia entra muy temprano y se va demasiado tarde. A veces la madurez nunca llega, y con frecuencia la vejez es prematura. ¿Será también esto culpa de las autoridades?

Mi vida trascurre desde que fui concebido en las entrañas de mi madre y terminará cuando se separe mi alma de mi cuerpo, es decir, poco después de que hayan desaparecido esos signos vitales que tanto preocupan a los médicos. Todo ello me lleva a pensar que mi vida es mi tiempo y viceversa, de tal forma que sólo viviré entre esos dos momentos para después gozar o sufrir en la otra vida lo que haya ganado con mis obras. Esto último lo sé gracias a mi fe en Dios.

Si para comenzar a vivir yo no intervine (y ni siquiera me pidieron mi opinión) y no podré evitar morir algún día, resulta que mi vida es relativamente mía.

Soy dueño de mis actos pero no del todo, pues muchas veces me sorprendo haciendo lo que sé que no debería. Mis impulsos, mis enojos, mis impertinencias hacia los demás son, a menudo, consecuencias de mi falta de dominio propio. (Nota: En latín señor se dice dómine, o sea, el que tiene dominio).

Alfonso López Quintás afirma: “la verdad de cada persona consiste en buscar el bien y su valor en cada circunstancia”. Personalmente me parece que esta idea es muy rica. Si bien es cierto que no conseguiré planear con precisión mi vida, habré de tratar de prever lo que haré hoy, pero así: consciente y libremente, por que me da la gana hacer lo que puedo y debo, aunque muchas veces no sea lo que más me agrade. Si ponemos atención, descubriremos que la gente exitosa ha seguido esta línea de conducta.

No sé si llegaré a ser un hombre importante en la historia del mundo, pero descubro que, dependiendo de mi actitud, podré hacer de cada momento algo importante para mí y quienes me rodean y así seré cada día más dueño de mi vida y, por lo mismo, estaré edificando mi felicidad temporal y eterna.