La cultura de la incultura

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez 

 

 

Aquellas personas que no saben interesarse suelen aburrirse, según afirma Leonardo Polo. Mucho antes, Chesterton afirmó que “el hombre de hoy ha perdido la capacidad de admiración”, lo cual provoca en el ser humano el peligro de la pobreza intelectual, psíquica y espiritual. Estamos inmersos de una realidad exageradamente rica y, sin embargo, no sabemos apreciarla. En la actualidad, lo que llama más la atención es la fantasía llevada a las pantallas; ese mundo irreal hecho imágenes cuenta más para la muchedumbre que lo que nos regala la Naturaleza.

En el orden de las ideas hay que saber distinguir entre opiniones y verdades. Pero, como vivimos en un mudo subjetivista, esto ya no convence a muchos, ya que “cada quien tiene sus propias verdades”. Ante el relativismo quien tiene más que perder es la verdad misma y, detrás de ella, cada uno de nosotros. Es cierto que la búsqueda de la verdad puede no ser agradable. Y tal parece que la consigna fuera: Si la verdad es incómoda, neguemos la verdad.

La realidad es y nos resulta compleja -a veces mucho-. Por nuestra tendencia a no complicarnos la vida, y en un afán comodón por simplificar todas las cosas, es fácil caer en el reduccionismo. En esa forma superficial de ver las situaciones reduciéndolas a fórmulas demasiado simples. Lo cual se da desde los temas técnicos en todas las ciencias, como en las opiniones sobre el futbol. En esta situación solemos caer cuando falta estudio, profundización para conocer los antecedentes, causas, leyes, factores, circunstancias, intereses, medios y participantes.

Nos ha tocado vivir una época técnicamente maravillosa en la que podemos trasmitir, en tiempo real, todas las tonterías que se les pueden ocurrir a todos los idiotas del mundo. Vivimos en la cultura de la incultura que suele manifestarse en la manía del picoteo, es decir, en el afán de pasar de un tema a otro con gran rapidez, sin profundizar en nada. Así pues, pensar -analizando- nos resulta un lujo inalcanzable, y en este proceso la televisión tiene mucha culpa… perdón, no la televisión, sino algunos productores y los que pierden buena parte de sus vidas viendo programas para descerebrados.

Uno de los factores que hacen más atractiva la forma de comunicación del “chat” en Internet -por mencionar otro ejemplo- es el hecho de que permita a todos los usuarios sacar lo que traen dentro, aunque con frecuencia no puedan decir mucho, pues hay un gran vacío de ideas que son sustituidas por puros sentimientos. De seguir por este rumbo, el futuro no se presenta muy satisfactorio. Ojalá nos demos cuenta pronto para tratar de revertir este proceso.