Como nadar en basura

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez

 

 

Con cierta frecuencia escuchamos el lamento de algunos padres de familia preguntando: “A como están los tiempos ¿qué les irá a tocar a nuestros hijos?”.

Está claro que en las últimas cinco décadas el ambiente social ha ido sufriendo un deterioro progresivo, pero muy marcado, y los indicadores de ello los encontramos en la exageración de divorcios; la pérdida de autoridad moral de los padres ante sus hijos; la falta de convivencia de los hijos con sus padres, pues ahora es mucho más frecuente que las mujeres tengan que trabajar fuera de la casa; el crecimiento de los índices en el consumo de drogas y alcohol tanto en hombres como en mujeres; la liberación sexual con el consiguiente aumento de enfermedades de transmisión sexual, así como los embarazos en adolescentes; amén de los abortos provocados; la corrupción de funcionarios públicos y de empresas privadas; la falta de un sustento ético en la publicidad. Y podríamos aumentar la lista, pero sería como echarnos un clavado en un basurero y empeñarnos en nadar en él. A mí, con todo esto, me basta y me sobra.

Los esquemas de acción política tienen su ámbito, y dentro de él pueden resultar positivos, pero la democracia -por poner un ejemplo- no es válida en la familia. Ésta es jerárquica por naturaleza, sus miembros no eligen a quien debe mandar. La familia y los sindicatos se cuecen en ollas distintas.

Si hay tormenta en alta-mar habrá que salvar al barco revisando que no tenga grietas ni agujeros, amén de cerrar las escotillas para que no entre el agua. Por otra parte, convendrá dirigirlo cuanto antes hacia un puerto seguro. Es decir, si la sociedad está en crisis lo conveniente será reforzar la estructura y la convivencia familiar. Para ello también será conveniente revisar las metas y los medios de cada familia para evitar grandes y desagradables sorpresas que puedan deteriorarla hasta el punto de amenazar hundimiento.

Al asomarnos a los medios de comunicación, o incluso al salir a la calle, podemos observar que con frecuencia sólo levantan su voz los inconformes, cuando no los revoltosos. Es momento para que la gente positiva también ocupe la tribuna en todos los foros de la sociedad, no debemos conformarnos con aquello que daña a la familia mientras permanecemos en un silencio que huele a cobardía, y ésta es una labor de todos, no sólo de los líderes de pensamiento.

Si usted no puede cambiar la sociedad, trate de mejorar su familia poniéndole más atención y dedicándole más tiempo, y si ve que no lo consigue, intente cambiar usted..., pero no espere a mañana, pues podría ser demasiado tarde. O barremos la basura para quemarla o moriremos ahogados en ella.